lunes, 6 de septiembre de 2010

La Gran Muralla

Fortificación en Jiayuguan
Muralla en Badaling

La Gran Muralla, tal como la conocemos hoy es la heredera de una sucesión de tramos que con el tiempo se han ido modificando, uniendo, reconstruyendo. Los primeros tramos, de tierra compactada, se iniciaron alrededor del siglo V a.C. A esa epoca la han llamado la era de los Estados Combatientes. Cada uno de ellos pretendía defenderse así de sus adversarios. El propósito de proteger un gran territorio ya conquistado y unificado correspondió a Qin Shi Huandi. En el 221 a.C. crea la dinastia Qin y decide derribar los tramos de tierra prensada para construir una muralla continua, que uniera los sectores que quedaban al norte, de forma mas sólida y protegerse así de las invasiones de las tribus. Sin embargo, pocos tramos de esa época siguen en pie. Las dinastías sucesivas la repararon y reconstruyeron. A mediados del s.XV la dinastía Ming, temerosa de los asaltos de los Manchues y Mongoles, da un paso decisivo y decide construir una muralla continua que recorra todo el norte, bordeando el limite de Mongolia interior. Esta vez los materiales eran ladrillos y piedra. Tal trazado es a grosso modo el que hoy se conserva. En su extremo este llega al mar, mas allá del paso de Shanhai ( al este de Pekin) y en el oeste a Jiayuguan. La muralla cumplió su función hasta el s. XVII cuando los Manchues forzaron el paso de Shanhai y asaltaron Pekin. Ello supuso el fin de la dinastía Ming y el establecimiento de la Qing.
Nuestra visita a la muralla empezó en Badaling, cercano a Pekin. Se ha hecho un gran trabajo de reconstrucción y se pueden recorrer a pie largos tramos en tres direcciones. Los ascensos son penosos debido a la pendiente pronunciada y al pavimento de canto rodado deslizante. A pesar de las acostumbradas multitudes que enfrentan el recorrido de la habitual manera festiva y desinhibida, su recorrido permite contemplar una gran panorámica de la gran serpiente que se pierde y caracolea por los riscos de un paisaje arbolado exhuberante. De vez en cuando una gran torre con puertas hace el paso mas angosto. Antiguamente estas torres servían para que los centinelas pudieran comunicarse con fuego o humo entre si, consiguiendo que los avisos de peligro viajaran a una gran velocidad.
Abandonamos la muralla sabiendo que al cabo de una semana visitaríamos su extremo occidental, el gran fuerte de Jiayuguan, última puerta a partir de la cual, los viajeros no podían contar con la protección del imperio. Lo cierto es que el emplazamiento sigue estando en mitad del desierto, en las estribaciones del Gobi, y la sensación de abandono puede muy bien sentirse de nuevo, a pesar de los siglos, la estabilidad de la región y la conveniencia y comodidad de los medios de comunicación. Aqui tambien se ha reconstruido totalmente la guarnición, y sorprende por sus dimensiones y su estructura defensiva.

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