martes, 25 de octubre de 2011

Dazu































Miércoles,7 de Setiembre. Salgo para Dazu. Van a ser 180 km y 5 horas de autobus. Solo conseguiré encontrar un hotel “para Chinos”. La recepcionista estaba alisandose el cabello y no entendía ni una palabra de ingles. Al menos es céntrico y limpio. Hasta el dia siguiente no voy a poder visitar los relieves que me han traído hasta aquí. Un rio canalizado atraviesa la ciudad trazando amplias curvas. Decido dar una vuelta por Binhe Sie, a lo largo de su orilla transformada en paseo. Al llegar a una plaza n policía con “poor english” como dice el mismo trata de orientarme. Acaba por invitarme a subir al coche oficial, le pide a un compañero que nos había estado haciendo fotos mientras hablábamos que haga lo mismo y me acompaña al hotel. No es lo que hubiera deseado, pero cualquiera se lo hace entender. Asi que llegados al hotel, nos bajamos, entramos y se hace mostrar el libro de registro. Nos despedimos amablemente y se van. Detras de ellos salgo yo de nuevo. A ver si ceno algo. Pero claro, aquí los restaurantes son locales, para locales. Las comidas se sirven básicamente en un caldero que todos los comensales comparten y no está prevista una turista despistada, y menos sola. Que para algo estoy en zona de influencia culinaria de Sichuan y su famosa “olla”. Asi que tendré que conformarme con cualquier cosa en un puesto mas o menos callejero,en una mesa baja de plástico en la acera. Había intentado hacerme servir algo de conejo a la barbacoa o pescado, pero la ración mínima es una pieza entera. Enfin. En el camino de regreso unas 150 mujeres bailaban siguiendo una coreografía, mezcla de “macarena” y tai-chi. Regreso al hotel, y me consuelo pensando que al día siguiente conseguiré ver los relieves de Bao Ding

Y así ha sido. Hay que ir en bus hasta Bao Ding. En la estación de autobuses, llega un motorista con mas de 50 patos colgando en racimos por las patas. Los descarga sin miramientos sobre el pavimento manchado de gasolina y aceite. Cuando llega el autobus, los va agarrando por el cuello y balanceándolos los lanza al portaequipajes inferior. Mas de uno debió llegar con alguna ala rota, o peor. El horario de salida es “cuando esté lleno”, asi que unos 45 minutos mas tarde estoy en Bao Ding. Aun habré de andar un trecho por la carretera, pasando por un buen tramo de tiendas de souvenirs.
Los relieves merecían la parada obligada de Dazu y los cambios de bus. Deslumbrantes, superan las fotos que me encandilaron en internet. Paso una hora y media recorriéndolos y haciendo fotos. Las esculturas y relieves deben su existencia al celo de un monje, Zhao Zhifeng, que entre 1179 y 1245 recogió donativos para su elaboración. Por ser únicamente su obra, hay poca repetición en las historias, todas de las escrituras budistas. Dicen que contiene 10.000 imágenes, aunque era tradición igualar esta cifra con el concepto de innumerables. El espacio esta dividido en dos partes: Xiaofowan, anterior, donde los relieves y esculturas estan excavados en cuevas reforzadas con pilares y vigas. Dafowan, cuyos nichos protegidos por un saliente de la roca estan naturalmente incorporados en el relieve de la pared rocosa. Un sabio sistema de drenaje se integra en la composición del relieve, con lo cual la preservación de la piedra es completa. Algunos de estos drenajes representan rios saltando en cascada, otros son profundos surcos representando valles. Los detalles son increiblemente vívidos. Ilustran aspectos de la vida cotidiana, los ritos, el paso del tiempo, piedad filial, el castigo de los infiernos. Los motivos producen sentimientos muy variados: comicidad, impacto ante las torturas, benevolencia, placided de la vida pastoral. Animales y personas comparten espacio y significación. Me siento muy privilegiada por haber podido contemplar a mis anchas tal tesoro. En Dunhuang, en las cuevas de Mogao, me impactó la belleza y valor de las pinturas y esculturas, pero aquí, ante la escasa presencia de turistas me he sentido dueña del lugar por breves horas.
Espero el bus entre otras personas, aparentemente no son turistas. Un hombre joven lleva a sus espaldas un curioso cesto de fibras vegetales adaptado para transportar a un niño de corta edad. El chaval parece ir cómodo y relajado, en posición vertical, apoyado en sus pies sobre el fondo del cesto. Como todos los niños pequeños, lleva la habitual abertura en el fondo del pantalon. Los padres parecen saber cuando hay “peligro” y lo depositan convenientemente para hacer sus necesidades. El ingenio de esta gente para el diseño ergonómico es herencia de su capacidad de inventiva ancestral. Su higiene infantil y capacidad de ahorro nos supera.
De regreso a Dazu, ando hasta la cima del monte Bei , Bei Shan (Montaña del Norte), por un camino en medio del bosque. Despues de Bao Ding, Bei Shan resulta un pariente pobre. La mayoría de los relieves estan muy desgastados, su extensión es también mucho menor. Sin embargo, aun puede apreciarse tras los estragos del tiempo un bello rostro y un expresivo gesto.
Decido regresar en taxi al hotel y ello me proporcionará una experiencia digna de reseñarse. El taxista ha leído la tarjeta que le he entregado, pone en marcha el taxímetro y arranca. Al rato me doy cuenta que conozco por donde va, le indico que no es por ahí y señalo en dirección contraria. Para inmediatamente, frente al hotel Ramada (4 estrellas),vuelve a leer la tarjeta y llama por teléfono al hotel. Da media vuelta, me dice no se qué y me deposita al poco frente al hotel. El taxímetro marca 12 yuanes pero me cobra 5. Entiendo que se disculpa por su error. El trayecto me ha costado 60 centimos de euro por un trayecto urbano y una lección sobre la honradez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario