martes, 25 de octubre de 2011

El Museo de Shanghai































El sol que me permitió conocer ambas orillas del río ha desaparecido. Ha llovido toda la noche y ahora chispea. Me dirijo al Museo de Shanghai, joya de la corona de la ciudad y una de las mas brillantes de China. Se halla en la parte sur de la Plaza del Pueblo, en medio de jardines. En los parterres unas pequeñas piedras artificiales emiten música suave. El edificio está construido de forma simbólica: la base es cuadrada, representa a la tierra. La parte superior es circular, como los chinos veían la cúpula del cielo. La entrada es gratuita y la afluencia de visitantes notable, incluidas las escuelas. En su interior alternan los mármoles verdes, rojos, color tierra, el clasicismo y la modernidad. Riqueza del contenido y elegancia del diseño de las salas, amplias, bien iluminadas, distribuidas y rotuladas en inglés. La audio guía se revela imprescindible para situar los objetos mas ilustrativos de cada sala además con opción en español. Tenía entendido que la mas importante era la de los bronces. Sin embargo, no es la única que me deja embelesada. En cuatro horas solo visito las de cerámica, escultura y bronce. Hasta la cafetería y la tienda son un disfrute. A la salida sigue lloviendo y la intensidad aumenta.
La Sala de los Bronces me atrae como un imán. Desde los estadios iniciales en el siglo XXI a.C. China ha dado muestras de un dominio técnico y posteriormente de un refinado trabajo. Llegaron a dominar técnicas complejas y producir piezas con una rica decoración. Muchas de las piezas se han encontrado en las fronteras de China. De formas y estilos distintivos, muestran los grandes resultados artísticos de las minorías étnicas que siempre han poblado y aun pueblan las fronteras y el intercambio cultural entre ellas. Su uso fue variado: ofrendas rituales, utensilios para banquetes, y ocasionalmente preciados regalos.
En cuanto a la cerámica, se han desenterrado piezas en las cuencas del Yangtze y el Amarillo con una antigüedad desde el sexto milenio. En el tercero se introdujo el torno de alfarero y ya entre el siglo XVI y XI a.C. apareció la proto-porcelana, cocida a alta temperatura. Habría de llegar el siglo I de nuestra era para que apareciera el celadon como materia prima que se perfeccionó en los sigloe del III al VI. Poco después la producción de porcelana blanca avanzó conjuntamente con el anterior, superándole en dureza. En la época de las dinastías Ming y Qing (XIV al XX) la porcelana china ricamente decorada había llegado a su esplendor y era apreciada demandada en todo el mundo.

Volveré al día siguiente al Museo de Shanghai para continuar la visita. Las salas de Pintura, Caligrafía y Jade me esperan. Hace 8000 años que se trabaja el jade. Es muy duro y en la antigüedad no disponían de metales adecuados para tallarlo con cierta facilidad. Utilizaban obsidiana, pedernal, cristal y ágata. Se pulía con una mezcla de polvo de minerales que incluía el cuarzo(Jieyusha)de forma manual. Para cortarlo se usaba un banco con disco de corte y agua. La perfecció que se consiguió desde épocas remotas es espectacular. Y su valor artístico altísimo. En ocasiones se aprovechaba el cambio de color de la misma pieza para decidir el motivo. Hoy día en las grandes joyerías, en el barrio de la Vieja Shanghai, en los jardines Yuyuan, hay piezas de gran belleza, tamaño y precio. Algunas alcanzan los 120.000 euros. Los antiguos emperadores ya lo tenían como símbolo de poder y riqueza, lo utilizaban también como instrumento ritual y funerario para alejar a los malos espíritus. De este modo a su atracción estética se le añadía un valor moral. Lo cierto es que la contemplación de su textura, los matices del color, la tenue luz que parece emitir tienen un poder intrínseco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario