martes, 25 de octubre de 2011

Emei Shan






























Desde Leshan hay un breve trayecto hasta Emei Shan. Y de allí otro mas breve hasta Baoguo, la base donde alojarme y emprender la visita al Monte. Es tradición emprender el ascenso y hacerlo a pie en dos días por lo menos, alojandote en algunos de los refugios o monasterios por el camino. No me siento con fuerzas suficientes para ello asi que dedicaré dos dias a Emei, retornando por la noche a Baguo. El primer día decido tomar el telecabina que me llevará hasta el templo Wannian, a 1020 m. Gran cantidad de visitantes ofrecen incienso, se inclinan ante el Buda y se hacen fotos. En un rincón un monje extremadamente viejo está, no se sabe si durmiendo o leyendo un manuscrito, tan inclinado está sobre él. El contraste entre su ensimismamiento y el gentío alegre que se hace fotos unos a otros, es muy expresivo. Luego iré descendiendo por la larga serie de escalones entre el bosque hasta el Pabellón Niuxin Mi visita coincide con la semana nacional festiva y numerosos visitantes pueblan el monte. Se transita por una calzada que la lluvia,habitual en la zona, ha vuelto resbaladiza. Algunos tramos se salvan con escalones. Sin embargo, todos descendemos a un ritmo parecido, no hay retenciones ni empellones. Las nubes son tan bajas que te sientes hundido en los valles. Y precisamente las nubes otorgan un ambiente místico, especialmente al Pabellón Niuxin, situado en un saliente rocoso en la confluencia de dos torrentes de aguas límpidas color esmeralda que se precipitan y deslizan entre grandes rocas negras. Cuando las aguas descansan finalmente en un remanso, sobre la arena que el rio ha depositado y entre algunos peñascos, grupos de jóvenes pintores llevan a sus telas la bella imágen del pabellón. Es la imágen mas emblemática del Monte Emei, con motivo.
De allí el sendero enlosado te conduce hasta la estación de autobuses de Wuxiangang. Tras un breve trayecto estoy de nuevo en Baguo.
La segunda jornada empieza de un modo un tanto peculiar. Conecto el televisor y veo que se está celebrando el US Open, con un partido entre Nadal y “Mulay” según el comentarista. Me quedo a ver la victoria de Nadal. Hoy subiré hasta la cima.
Dicen que el Golden Summit, con sus 3077, no siempre premia con la visión del sol, y sin embargo los peregrinos de todo pelaje que ascienden penosamente hasta él, esperan contemplar alli los primeros rayos del sol y como hacen refulgir la inmensa escultura dorada del rey/dios cabalgando sus elefantes. Yo no iba a ascender a pie, o sea que tome un autobus que tarda mas de una hora en llevarte al pie del telecabina, Una vez alli, una maravilla técnica te eleva casi hasta la cumbre, a 3077 metros. En Baguo llovía. Conforme enfilo los últimos escalones veo surgir el sol entre las nubes y de repente el oro de la inmensa estupa que corona la cumbre refulge. Miro al cielo y al mar de nubes apenas bajo nuestros pies. He incumplido el rito y la hora, pero aun asi la naturaleza ha sido benevola conmigo. Aun me espera otra sorpresa: mi mama China está allí, la que encontré en Leshan. Abrazos, alegría y fotos. Sigo deambulando por la cumbre, observando la belleza, tambien en los rostros de los visitantes. Apenas un poco por debajo, algunas rocas de formas caprichosas fueron transformadas en pequeños nichos de culto y las cadenas cuelgan con el peso de los innumerables candados que la gente ha colgado de ellas. Este rito lo veré repetido en otros lugares. Se trata de hacer una petición a los seres celestiales, un voto que cumplir que si obtiene su favor.
La estupa está coronada por la figura gigantesca del santo sobre un elefante de oro resplandeciente. Me siento tan a gusto que me quedo durante mas de hora y media. A fin de cuentas habré tenido que consumir casi 4 horas de autobus mas el tele cabina, que se ha convertido en un icono de las realizaciones técnicas chinas. Dice una gran placa en su estación final que se desplaza 1100 metros sin ningún pilar intermedio, admite 100 pasajeros a la vez y su tecnología es la mas moderna de toda China. Sorprendentemente, en la cima hace calor.
Reemprendo el descenso hasta el pie de la estación del tele cabina y pronto me encuentro con los famosos monos dorados. Son grandes y muy peludos. Tienen la costumbre de arrebatar con extremada elegancia y suavidad cualquier cosa que pueda contener comida o bebida de las manos de los visitantes. He visto como lo hacían con una botella de coca-cola de las manos de una china; sin preocuparse por abrir el tapon, ha mordido la base y ha bebido su contenido. Sorpresa y risas. No sientes su amenaza, pasan rozandote apenas, no se prenden de ti.
Un pequeño grupo de adultos y niños hablaban español. Dos de ellos son arquitectos. Llevan dos años en Chengdu, tratando de forjarse un futuro en su profesión. Confirman que dejaron España a consecuencia de la caida del sector de la construcción y que se les han abierto nuevas oportunidades. Uno de ellos me dice que tratar con los chinos no es fácil. Que siempre tratan de sonsacarte cuanta información necesitan pero raramente la dan ellos. Sin embargo, están satisfechos de su decisión y ven buenas perspectivas. Sus hijos van al colegio, un colegio inglés, donde tambien aprenden chino. Le pregunto si cree que todo el boom constructivo responde en su opinión a una planificación bien estudiada, respondiendo a las perspectivas reales de crecimiento. El cree que si. Añade que el estado no quiere que ciudades como Chengdu, con sus 12 millones siga creciendo con la afluencia de mas campesinos. Entonces, simplemente deciden construir una nueva ciudad, ex-novo, a una distancia determinada en función de las necesidades y posibilidades de la zona. Mas tarde, en Shangri-La, tendré ocasión de confirmarlo. Era un tipo optimista, de unos 40 años, no un joven emprendedor, pero emprendedor a la fuerza.

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