martes, 23 de julio de 2013

VALPARAISO

El día ha sido movido. A media tarde vuelo desde Puerto Montt a Santiago y enlace con dos autobuses para llegar a Valparaiso a las 11 de la noche. A estas horas ha costado encontrar alojamiento pero finalmente lo hemos hecho en el barrio escogido, el Cerro Concepción, en el pasaje Pierre Loti, junto al conservatorio.
Al Cerro como a los demás es preciso encaramarse. Los funiculares son muy convenientes y necesarios. A cien metros del Hostal del Cerro, puede tomarse el "Concepción". Tiene el encanto de conservar la maquinaria y dispositivos de cuando se construyeron.


Entrada al ascensor del Cerro Concepción

Ascensor del Cerro Concepción




































Es tal la pendiente que desde lo alto se domina buena parte de la ciudad y el mar y puerto al fondo.
Descendemos hasta Cochrane y paseamos por la Costanera , la plaza O'Higgins, el Parque Italia, Victoria y Simón Bolívar. Es la única parte llana de la ciudad, popular, activa, con el mercado de Abastos, la terminal de autobuses, abundante comercio local. Se ve pobreza y cierto abandono en pavimentos y edificios. En la Avda Brasil , paralela a la costa, se hallan las principales Universidades. Tomamos el ascensor El Peral en la plaza Sotomayor, para llegar al palacio Baburizza, que solo puede verse por fuera.


4 imágenes siguiente: Palacio Baburizza
















fotografo junto al Baburizza

Tomaremos el autobus "0" que recorre los cerros y va ofreciendo una vista de los barrios y de la ciudad a los pies, pues su recorrido sigue una misma cota. Pasamos junto al acceso a La Sebastiana, casa de Pablo Neruda que visitaremos otro día. El recorrido por los cerros nos permite tener un primer contacto con el arte de los graffitti que en Valparaiso alegra los barrios, los personaliza, y llama poderosamente la atención a la calidad del artista y a los mensajes.







El autobus parece no tener final de recorrido. De hecho lo tiene.... en Viña del Mar. Esta ciudad es famosa por sus playas y su festival de la canción pero consideramos que verla desde el autobús ha sido suficiente. Regresamos con el mismo pasando por un club naútico y bordeando la costa.
De vuelta en el Cerro Concepción, nos acercamos al Brighton, hotel-restaurante y terraza, brillantemente pintado de naranja. La vista desde la terraza es como siempre espectacular. Se aproxima el crepúsculo y se tercia un pisco-sour en este lugar emblemático.





















Vamos a dedicar buena parte del dia de hoy a Isla Negra, la primera casa que Neruda compró cerca de Valparaiso. Su nombre confunde. La casa no está en ninguna isla. Se accede al lugar en autobús público desde la terminal de autobuses y, tras recorrer un corto trayecto a pie, se alcanza la entrada. Muy bien dispuesta para los visitantes, organiza visitas guiadas sucesivas que combinan la descripción de los objetos, con la historia de la construcción y la vida del poeta y su última esposa, Matilde. Como La Sebastiana, la casa fue creciendo y cambiando. Esta de Isla Negra se fue extendiendo por el terreno acotado y limitado por la playa y el mar. De inmediato se entiende por qué la escogió. En la historia de cada objeto se dilucidan los gustos y las fijaciones del poeta. Vivió emocionalmente cada adquisición tan continuadamente que es mas un museo que una vivienda habitable, aunque cada objeto cobra un sentido y muchos ademas, utilidad. A todos los unifica el mar y sus hombres, sus trabajos, su creaciones utilitarias o no. Es grande también la colección de regalos que a lo largo de los años fue recibiendo de amigos y admiradores. Todos han encontrado un rincón, en las sucesivas ampliaciones de la casa. La última de estas estancias contiene una colección de conchas marinas envidiable. Hermosas y exóticas muchas de ellas. No importa en tamaño de ningún objeto; incluso un caballo de tamaño natural la habita. Conocidos son los mascarones de proa, de diversas procedencias y antigüedad. Parecería que un batallón de anticuarios rastrearon  en exclusiva para el artista. No está permitido hacer fotos del interior de la casa, así que me tuve que contentar con hacerlas desde la misma y del jardín. En él están enterrados él y su esposa. A las pocas semanas del regreso, exhumaron su cuerpo para analizar los motivos de su defunción. Contemplé las tumbas pensando que en breve las plantas carnosas que las decoran quedarían pisoteadas y las ondulaciones naturales del jardín desfiguradas.
Cuentan que una mañana al despertar Pablo le dijo a Matilde: "acompañame a recoger el regalo que nos ha dejado esta mañana el mar". El regalo era una tabla desgastada que el convirtió en su escritorio. El dormitorio donde le hizo esa petición a Matilde tiene dos paredes de cristal y la cama se orienta en diagonal para no perder detalle del otorgador de regalos y de sueños.


























Aun quedaba alguna huella mas de Neruda en Valparaiso: La Sebastiana. Le llevó varios años conseguir la casa que buscaba. Tenía que tener buenas vistas, quedar lo suficientemente aislada de sus vecinos pero no desvinculada del barrio, capaz de ir construyendo sus sueños, y proporcionarle los espacios que él requería. Por fin cconvino compartir una casa ya construida con uno matrimonio amigo, quedándose él las plantas superiores a las que aun añadió alguna. A diferencia de Isla Negra, aquí la casa creció en vertical hasta alcanzar las 5 plantas, como cubiertas de un barco, disminuyendo el tamaño de las plantas con la altura. Es tremendamente luminosa, aunque estrecha, abierta por ventanales al mar hasta el límite de lo posible. Es un buque de cristal. En la planta dedicada al comedor, la diferencia de nivel salvada por un peldaño de forma curvada sostiene un caballo de tiovivo que da la sensación de empezar a girar en cualquier momento. A su lado, una chimenea en forma de tina se adapta a la curva y frente a él un sillón de cuero se orienta al ventanal. La mesa y sillas otean al empinado barrio tras cristales. La cama del dormitorio también contempla el mar. La profusión de objetos es notable pero mucho menor que en Isla Negra.
Con el tiempo, se añadieron los pisos inferiores. Fue la Fundación Pablo Neruda quien sufragó los gastos y redecoró los espacios. Vidrieras modernistas y pinturas se incorporaron a la decoración, junto a la escalera de madera de acceso.


dormitorio en La Sebastiana

Vista desde La Sebastiana

Descendemos a pie desde La Sebastiana para poder apreciar mejor los cerros que nos separan del Cerro Concepción.
En muchos de ellos los vecinos han emprendido entusiastamente la tarea de decorarlos, dando rienda suelta al instinto creativo. Pueden calificarse de museos al aire libre, integrados en la vida diaria de sus gentes.


la humildad no está reñida con el arte






Valparaiso no es una ciudad de diseño; es una ciudad viva. Entiendo por qué Joan Alemany afirma que no le importaría vivir aquí.

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