jueves, 16 de septiembre de 2010

Tajikistan: a lo largo del Pamir






















Una vez dejado atrás el control fronterizo de Kirguizistan, la carretera mejora sensiblemente. Podemos mantener una marcha regular en unos flamantes todoterreno. En lo alto de un nuevo paso aparece a nuestros pies el lago Kara-Kul, que luce un azul intenso. En un cielo de igual color flotan pequeñas nubes de algodon, que tachonan de sombra su superficie. El nombre de Kara-Kul significa "lago negro", pues al parecer bajo un cielo nublado adquiere este color. Al fondo, un circo de montañas nevadas, al frente prados de un verde brillante. La visión habrá de ser un digno anticipo de la belleza de toda la zona que recorreremos en Tajikistan. Nos aproximamos a su orilla, hasta el poblado del mismo nombre para detenernos a comer. Al borde del lago se ha formado una playa. Donde la nieve no las cubre, las montañas son verdes, rojas, ocres, grises y tostadas. El rio serpentea en un ancho lecho de canto rodado.
Nuestra próxima parada será en Murghab, de mucho menor encanto. La casa-alojamiento se halla en una pendiente que domina el poblado. Dispone de un destartalado espacio donde por lo menos podremos ducharnos con agua caliente. Será la primera y última vez que podamos hacerlo en todo el tránsito por montaña del país. A la mañana siguiente seguiremos la ruta del Pamir hasta desviarnos para recorrer el valle del Alichur. Merecía la pena el desvío, pues nos conduce a Burunkul, junto a un lago de agua salada, fuente de vida de las gentes. En el río que encharca el amplio valle, algunas niñas estan lavando la ropa. Un hombre ha atado una piel de cabra a una pasarela, supongo que para desprender la grasa del pelo. Me aproximo para lavar mi ropa. Algunos compañeros del grupo hacen lo propio, ante el regocijo de los niños, que no deben ver con frecuencia a hombres lavando en el río. Son criaturas amables, alegres, curiosas y muy bien educadas. Algunas de piel muy clara y pelirrojas. Decidimos atravesar la zona inundada y dirigirnos a un paso desde el que se alcanza el Yashil-Kul, un lago de color verde intenso. Cerca de él hay unas aguas termales. Llegar hasta aqui ha supuesto un gran esfuerzo debido a la altitud aunque no ha habido que salvar un gran desnivel. (El lago se encuentra a 3700 m., la población a unos 3.300).
Al día siguiente dejamos la carretera del Pamir que nos había traido desde Kuirguizistan para adentrarnos en el valle del Pamir donde el rio separa Afganistan de Tajikistan. La carretera transcurre por el valle que el rio ha cortado y que se estrecha entre formidables cumbres, hasta convertirse en una fina cinta de tierra sobre el rio que llega a formar un caudal abundante y formar rápidos al encañonarse entre paredes verticales. La pista que recorremos debe salvar continuos arroyos que se despeñan para precipitarse en el río. A cada paso, la pista se convierte en breve lecho pedregoso. Vale mas no pensar demasiado y dejarse llevar por la pericia de los conductores. Al final del valle aparecen las ruinas de una antigua fortaleza, Ratm Fort, de los siglos III-II a.c. Se alza sobre un espolón que prácticamente cierra el valle, justo antes de abrirse a otro transversal desde donde el Wakhan se unirá al Pamir y ambos daran nacimiento al Panj. Allí se asienta Langar. El pico Karl Marx se alza a 6700 m. ante nuestra vista. Langar, como otras poblaciones que se sucederán en el curso del Panj, escala la escarpada falda por donde bajan caudalosos canales que la recorren horizontalmente, facilitando su uso para consumo humano y los huertos entreverados entre las casas. Estas son sencillas pero pulcras, con jardines y árboles. Langar ofrece la visita a una casa tradicional del Pamir: una única estancia sostenida por 5 pilares de madera (los cinco pilares del Islam) y el centro un lucernario formado por listones dispuestos en un dibujo representativo de los cuatro elementos.
De Langar a Yamchun, seguiremos ceñidos a la frontera con Afganistan, aunque a menor altura sobre el Panj. En una primera parada visitamos los restos de una estupa que corona un pueblecito. Las mujeres llevan ropas floreadas multicolores y suelen llevar un pañuelo igualmente alegre. Son alegres y acogedoras. En la montaña se abren numerosas cuevas y en su falda tumbas dispersas. Un niño, guia improvisado, nos invita a atisbar el interior de una de ellas donde aun reposan unos restos humanos. En el siguiente pueblecito, Vram, se conserva la casa que construyó y habitó un santo sufí, hoy convertida en museo. Alberga numerosos instrumentos de música, una biblioteca, útiles de labranza, un telar, tejidos de lana, un molino de cereal, vasijas de cerámica y un libro que el santo escribió sobre figuras prominentes del Islam. El candor de esta gente es conmovedor. Nos ofrecen ojearlo. Las cubiertas son de pergamino y las páginas satinadas. El texto está orlado en tinta verde. El cicerone nos obsequia con un par de piezas musicales interpretadas con dos instrumentos de cuerda. El estilo de la casa-museo es el mismo que ya vimos en Langar. La casa y el jardín están rodeados de un muro de estuco blanco orlado de amarillo. Las maderas estan labradas y barnizadas de un bonito color miel. En la entrada una mujer mayor me pide por signos que me acerque. Me señala la cintura. Al mostrársela cambia el gesto y entiendo que me pregunta si tengo hijos. Me echo a reir y procuro que entienda mis explicaciones. Parece que sí lo ha hecho. Me invita a su casa a comer, le agradezco reiteradamente su ofrecimiento y creo que tambien ha entendido que no puedo quedarme. Yamchun tambien se descuelga por la ladera. Los huertos estan separados por setos de espino, el agua es muy abundante. Quedan en pie los restos de una fortaleza cuya muralla cabalga la cresta. La vista sobre el valle del Panj y las cumbres afganas es espectacular. La familia que nos acoge en su casa se deshace en detalles hacia nosotros. La componen un matrimonio y cuatro hijas. Estas personas han cocinado para 15 personas en hornillos alimentados con bosta de vaca, lavan los enseres y la ropa en barreños junto al canal, y su aseo es una letrina. Todos comparten las tareas. Al despedirnos, la mujer accede a posar para una foto, asi como sus hijas, mientras el marido se mantiene a cierta distancia pero muestra el orgullo en sus ojos. Sonrie ampliamente cuando le pedimos que se incorpore. Sus sonrisas son luminosas. Su orgullo auténtico.
Al dia siguiente y hasta llegar a Khorog, la carretera discurre por una estrechísima garganta. Mas de un torrente la ha deteriorado dificultando y haciendo peligrar nuestro paso. Tras pasar alli la noche, seguimos recorriendo la misma carretera pero esta vez nos es dado contemplar la sucesión de humildes aldeas afganas, situadas en estrechísimas franjas, con algunos campos y escasas viviendas. Se ven algunas personas en los campos y se atisba lo que será a partir de ahora la principal vida de comunicación entre ellas. Si nuestra pista era precaria, lo que estas gentes tienen no merece tal nombre. Suele ser tan estrecha que solo un animal de carga puede transitar a la vez y la gente debe andar en fila india. De vez en cuando desaparece bajo un derrumbe de piedras o tras alguna roca. Por otra parte, los poblados se asientan adosados a muros verticales y despeñaderos por donde aparentemente es imposible cruzar los picos. Me pregunto de donde habrá sacado uno de los transeúntes la parabólica que lleva atada a la espalda. Es un personaje salido de la Edad Media: de larga túnica y turbante conduce a un burrito cargado de bultos. Dos hombres mas lo anteceden.
Llegamos a una población mas grande que las anteriores: Kalai Kum. Aqui conoceremos una familia Wakhi, propietarios de la casa donde nos alojaremos. Son un pueblo de religión islámica ismaelita que comparten territorio en la zona de Tajikistan donde nos hallamos y tambien en los valles de Hunza y Pasu en Pakistan. El valle o corredor de Wakhan, paralelo al del Pamir transcurre por Afganistan, en la estrecha franja que separa Tajikistan de Pakistan. Como el valle en el que nos encontramos, los de Hunza y Pasu son espectaculares y sus gentes abiertas y hospitalarias. Son nómadas y pasan parte del año en yurtas en los pastos. Una viajera de Madrid a la que encontramos en Kalai Kum, los había visitado en 2009. Menciona la poblaciones de Shimsal y Chapursan, cerca de las cuales compartió unos días con ellos. Los ismaelitas tienen como lider al Aga Khan y éste procura ayudarlos financiando sus necesidades. Es frecuente encontrar en algunas casas su retrato presidiendo la sala comun, como en Kalai Kum. La ayuda que reciben se aprecia en las comodidades que estas familias han podido permitirse. La nuestra estaba inaugurando un baño con todos sus atributos: bañera y calentador. Sin embargo aun estaba en "periodo de pruebas".
La última etapa del recorrido por Tajiskistan transcurrió junto al Panj, hasta que de repente el valle se abrió y al poco tiempo llegamos a Dushambe, su capital. Nos pareció haber aterrizado en otro planeta: avenidas, trolebuses, hoteles, restaurantes fast food donde la juventud vestida a la europea alterna con la vestida al modo tradicional, mujeres con velos de riguroso negro comiendo en una mesa y sus maridos(suponemos) en otra.
Los Tajikos, tradicionalmente faltos de otros recursos, bien podrían producir electricidad y venderla, siendo tantas las caídas y caudal de agua que les regala su relieve. Sin embargo, Uzbekistan les amenazó con cerrar sus fronteras a sus productos si intentaban la construcción de una presa. Pretendían salvaguardar el flujo de agua al Amu Daria, garantía de su cultivo intensivo de algodón. Cultivo que durante decenios ha desecado la cuenca del Amu daria y Syr Daria convirtiéndo el mar de Aral en una infima parte de lo que fue, matando sus peces y modo de vida de los pescadores, salinizando la tierra y el agua potable y contribuyendo a que el viento arrastre sal y pesticidas hasta las poblaciones, cuyas enfermedades respiratorias y cancerígenas han crecido alarmantemente. Quizá por eso la expectativa de ver en pocos días las míticas ciudades de Samarkanda y Bukhara estaba teñida de una sombra de malestar.
Acababa la etapa de Tajikistan y sabía que llevaría largo tiempo en la retina los hermosos pastos, cimas y valles de este país, y la sonrisa de sus gentes.


2 comentarios:

  1. Muy buen relato!!

    ¿Sabes en que fechas cruzaste el pamir?. Hace tiempo que quiero ir, pero tendria que ser a partir de mediados de septiembre, no se como estarian los pasos de montaña.

    Gracias!!

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  2. Cruzamos el Pamir a principios de Agosto. Algunos tramos estaban inundados, otros en mal estado y las carreteras solo tienen el nombre. El estado de conservacion es el propio de un pais muy pobre y una naturaleza en estado puro a gran altitud. No se si a mediados de Setiembre puede ser muy distinto. Aun asi, volveria sin dudarlo.

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