Hay un gran numero de glaciares en la región, pero de los mayores, solo dos son los más accesibles: El Franz Joseph y el Fox. El primero recibe el nombre del emperador de Austria-Hungría, quien patrocinó la exploración.
Al Fox puede accederse de diversas formas: Un corto paseo desde el aparcamiento y un paseo de una hora y media hasta un mirador por encima del extremo de su lengua. Escogimos esta última alternativa, aunque tuvimos que renunciar pues las crecidas de los numerosos torrentes que atraviesan la senda hacían imposible vadearlos. Volvimos pues al aparcamiento pero tampoco pudimos acercarnos a mas de 1000 metros. Los cambios en el tiempo son constantes, las predicciones difíciles. Tuvimos que conformarnos con atisbarlo brevemente desde algun claro del bosque.
Pero no ibamos a conformarnos. Al dia siguiente retrocedimos para visitar el Franz Joseph, aprovechando un breve respiro en la constante lluvia. Esta vez pudimos encaramarnos al Sentinel Rock, que ofrece una panorámica elevada del tramo final de este glaciar.
En las cercanías de Fox, el lago Mattheson refleja en dias claros, las cumbres heladas donde se asientan los glaciares. A falta de tales vistas, cabe un recorrido en todo su perímetro para disfrutar del bosque y las aguas color zafiro bajo las nubes. A sus orillas se extienden grandes pastos, que suelen ocupar los anchos valles. En sus inicios, estos glaciares llegaban hasta el mar. Cuando el hielo se fue retirando, la tierra regada abundantamente por los rios que alli dejaron fue ocupada y entregada a explotaciones ganaderas.
La carretera sigue la costa. Llegamos a la altura de Knights Point, un acantilado avanzado sobre el inhospito mar de Tasmania. Los balleneros y primeros navegantes europeos no vieron la manera de penetrar en el interior del territorio, desde este lugar sometido a los embates del viento del sud-oeste. Muchos naufragaron en el intento. A pesar de ello, alguna pequeña playa permitió el acercamiento y desde aquí se fue construyendo una pista que remontando las cimas, penetraría finalmente hasta la región central de Otago. El ganado vacuno era desembarcado cerca de la playa y se le hacía nadar hasta la playa, alli hombres y animales abrían sendero esforzadamente. La playa sigue mostrando la desolación de esta costa, asolada por las “sandflies”, verdadera plaga que hace la vida imposible.
Retomamos camino hacia el sur. La primera población, Haast tiene una excelente Oficina de Información Turística, con paneles muy detallados del clima, la geología y la vida netural de la región. De allí seguimos en dirección a Wanaka con una parada para pasar la noche en el campamento del Departamento de Conservación (DOC), “Cameron Flats”. El frio es intenso por la noche. Cameron Flats prosperó brevemente como lugar privilegiado para emprender la caza del ciervo rojo. Allí empezaron a llegar los cazadores deportivos, iniciando asi un peculiar turismo. Hoy día no hay siguiera una población que recuerde su pasado.
El frio nos empuja a seguir al sur, que aquí nunca es sinónimo de mas calor, precisamente.
Queenstown, 15 de febrero 2011
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