martes, 25 de octubre de 2011

Un largo trayecto en tren con sorpresa


Una hora antes de su salida compro billete a Shanghai. Le explico que quiero “litera blanda” inferior y oigo el habitual “meiyou”. Me estremezco pensando que voy a tener que pasar una noche y todo el día siguiente en esta población. Sin embargo, me da un billete mas barato de lo previsto. Lo miro y confirmo que es litera, pero superior. Bueno, me digo, qué mas da, voy a dormir horizontal. La sala de espera es enorme. Está abarrotada. En los letreros anunciantes no figura mi tren. Faltan 10 minutos para su salida y sigue sin aparecer. Le muestro el billete a un empleado y señala hacia una larga escalera y el piso superior. Me aúpo la maleta y corro escaleras arriba, con el corazón en la boca. Allí si está anunciado, pero no hay cola delante. Es la hora. Inmediatamente se forma una larga y tupida cola en otro acceso y allí me dirijo. Voy repitiendo Shanghai lastimeramente y la gente me dice que no. Ya pasa de la hora. Me abalanzo hacia el acceso y grito “nihao” varias veces hasta que la empleada se acerca, mira el billete, asiente y me abre la puerta. Habla por el talki, corro por el pasillo, otro empleado habla por otro talki y me señala las escaleras por las que me precipito haciendo saltar la maleta por los escalones. Desemboco en el andén. Un puñado de personas espera. El tren llega con retraso. Bendición. Aquí Murphy se ha equivocado.
Pues me encaramo al tren y me dirijo a mi compartimento. Ahora entiendo lo del precio, es uno de “litera dura”, es decir, abierto al pasillo, con 6 literas para gente esbelta. La mia está junto al techo, casi incrustada en él. Trato de colocar la maleta. Aparecen 4 tipos y le pido a uno si me deja colocarla bajo una inferior. Me señala a una parilla sobre el pasillo. Le indico con gestos que no puedo alzarla y con un ligero movimiento la iza y la coloca. XiéXié ni. Me vuelvo y observo que uno de ellos lleva esposas. Miro a los demás y la nuca del esposado. Rapado, pequeño y fornido vuelve la cabeza y me mira sin expresión. Uno de los polis lo está encadenando a la escalera. Pienso unas décimas de segundo y me abalanzo a la puerta del vagón. Le explico por señas a la empleada que quiero un cambio de compartimento. Me lleva hasta el jefe de tren que parece espetarme que le explique por que. La emprendo con los gestos: junto muñecas señalando al compartimento, con indice y pulgar me abro los ojos y muevo la cabeza de un lado a otro... Nos dirigimos al compartimento y habla con los policías. Yo miro distraída hacia otro punto. Entonces la empleada saca una tarjeta y me cambia de lugar. Xiéxié unas quince veces.¿Habré desaprovechado una carrera de actriz? De repente el tren me parece el Hilton. El wc está limpio, me lavo los dientes y subo a mi litera con mi Forgotten Kingdom y la linterna frontal. Me duermo al poco hasta las 6:30 del día siguiente.
La niebla otorga al monótono paisaje un cierto encanto. Llanura continua durante mas y mas horas. El tren llegará a las 4. Me apalanco en una mesa del vagón restaurante y me pongo a leer y a escribir, frente a un vaso con hojas de té que iré rellenando con agua de un termo durante el resto del trayecto. Me siento en casa. Comparto el vagón con empleados del tren y guardias de seguridad. Llamo por teléfono para reservar habitación en el albergue de Shanghai. A propósito, me ha sorprendido la cobertura en este país. Con China Mobile he tenido señal en el mas remoto de los parajes que he visitado. Me prometo cuidarme en Shanghai. La espalda sigue dándome la lata y a fin de cuentas podré llevar una vida ciudadana la próxima semana.

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