“Tierra adentro” la llamó
Sebastián de Belalcázar, fundador de Quito y Popayán, y sus
soldados cuando en el siglo XVI penetraron este abrupto territorio
templado, frío y de páramo, bañado por el río Paez y sus
afluentes. Hoy pertenece al departamento del Cauca, con capital en
Popayan. Se extiende en 6000km2. Las montañas son de laderas muy
empinadas. La abrupta topografía, el aislamiento de las poblaciones,
y la dificultad de movilización le valieron su nombre. Los indígenas
Paez la siguen habitando y sus cultivos cubren distintos pisos
térmicos. El mas importante es el maiz, tambien yuca, papa, frijol,
ajos, coca, café y otros.
Con San Agustin y el P.N. Tayrona,
Tierradentro forma parte de los Parques Arqueológicos de Colombia.
Iglesia de San Andrés de Pisimbalá |
San Andrés de Pisimbalá
es un pequeño núcleo rural compuesto apenas por un par de calles de
casas de una sola planta y una hermosa iglesia colonial, de paredes
encaladas, de forma rectangular, con un sencillo pórtico con tres
arcos y uno a cada lado. Sobre el tejado de fibra vegetal se eleva un
pequeño campanario que mas parece una chimenea cilíndrica. La
cuerda de la campana pende en el interior del pequeño porche. En su
interior, paredes encaladas desnudas, apenas con alguna imagen en
yeso y altar con otras tres hornacinas con una imagen cada una.
Alrededor, en la plaza tapizada de hierba , jugaban los niños y
algún caballo pacía a su antojo.
A nuestra llegada
Leonardo salió a recibirnos. Nos ofreció un alojamiento y comida,
asi como un plano de los alrededores que pasó a explicarnos sin mas
demora. Accedimos a su invitación y degustamos un sabroso almuerzo
recién preparado. Otras dos personas compartían el comedor en una
construcción enteramente de bambú, la Portada. La hostería la está
aun construyendo Leonardo, pero la mayoría de las pocas habitaciones
ya disponibles estaban ocupadas.
A San Andrés de
Pisimbalá habíamos llegado en un colectivo desde Pitalito, a media
hora de San Agustín. De allí, a la Plata y nuevo transporte hasta
San Andrés. El paraje hermoso como el que nos acompañó desde
Popayan hasta San Agustín, aunque la carretera en mejor estado en la
mayor parte de los tramos. Sin embargo aun se está trabajando en
ella en muchos de ellos, por los continuos derrumbamientos producidos
por las lluvias y la reposición de nuevo firme. Apenas una pequeña
parte del recorrido está asfaltado.
Pero
al fin estábamos al pie de lo que prometía ser un complemento
interesante a San Agustín.
Efectivamente, Tierradentro,
a diferencia de San Agustín, no se destaca por las esculturas y
tumbas bajo dólmenes, sino por los enterramientos o hipogeos de pozo
con cámara lateral. Existe una gran cantidad de ellos diseminados
por un amplio territorio en altos entre altas montañas, que dominan
los valles.
Después de comer
decidimos emprender el ascenso a la Loma de San Andrés. Desde La
Portada, un sendero desciende abruptamente hasta el rio, se cruza un
puente de medio arco de bambú y se emprende una pronunciada subida.
Al cabo de media hora se llega al primer hipogeo. El guarda abre el
candado de la reja que protege su entrada y se abre a nuestros pies
un pozo cilindrico excavado en la roca, con altos escalones
practicados en espiral . Unos tres metros mas abajo, desembocamos en
un acceso de medio arco, de algo mas de un metro de altura y
descubrimos un recinto abovedado, con dos columnas excavadas
decoradas con pintura en rojo y negro. En los muros se han practicado
pequeños ensanchamientos a espacios regulares . Todos los muros,
techos y recesos de la roca están bellamente pintados en formas
geométricas . Donde debería haber capiteles, hay rostros
triangulares que parecen inquirir por nuestra presencia. Vemos otro
hipogeo de iguales características y un tercero cuyo techo se ha
derrumbado, dejando al descubierto una sección de corte del mismo.
De
allí se prosigue la ascensión y se llega al Tablón. Allí quedan
cuatro esculturas con un alto deterioro. Se domina desde aquí una
bella panorámica, con San Andrés al pie, junto al rio. El guarda
está charlando con un soldado. Éste nos pregunta acerca de España
y entablamos una conversación: “Está esto tranquilo?”, “Si,
ayer solo hubo tres tiros por ahi”, señala vagamente un punto del
monte cercano. “No tiene comparación con otros lugares donde me
han destinado. Allí me pasaron las esquirlas rozando la cabeza”,
dice señalando algun punto sobre la oreja. “Nos tiraban granadas.
Pero eso es solo mariqueo” “¿Y qué granadas usais?” Se
desabrocha una de las cartucheras y saca una especie de cubilete
verde de unos 12 cm y muestra por signos como activarla. “Estas son
mejores que las que teníamos antes”. “¿Y cuantos quilos llevan
encima?” Empieza a contar y le suman unos 12 kilos que expresa en
libras. El fusil es de fabricación israelí, aunque dice que ya
pronto se lo van a cambiar por uno de fabricación colombiana. Cuando
nos despedimos la encajada de manos me demuestra el resultado de
cargar este arsenal.
Proseguimos el
sendero para cerrar el círculo que nos devolverá a San Andrés. No
podemos acercarnos a visitar los dos museos y los otros dos
emplazamientos de tumbas, por estar cercana la hora de cierre – las
cuatro de la tarde- y estar a unos dos kilómetros.
Recorremos el pueblo y observo unas curiosas aves de corral.
Resultarán gallos de pelea, con las plumas, cresta y barbas
recortadas para evitar que el adversario las desgarre. Las peleas se
suelen celebrar en una gran explanada parecida a un campo de polo,
donde ahora juegan al fútbol algunos chavales. Grupitos de jóvenes
dan repetidas vueltas al pueblo corriendo a paso ligero.
Desde la terraza
del hospedaje oímos la campana llamando a los feligreses. Las
puertas abiertas de par en par vomitan una estridente música y voz
femenina loando el amor al Señor. Pero la llamada solo encuentra
nuestra respuesta .
La campana volverá
a tañer dos veces mas, cada media hora. No sabremos si el llamado
habrá tenido más éxito, aunque he observado un par de rótulos en
alguna casa, indicando la presencia de dos iglesias mas de distinta
confesión. Un caballo remonta el camino bajo la terraza cargando
leña. Al cabo le sigue un perro y un hombre.
Se acerca
Leonardo. Viene a conversar, no le interesa la televisión, el tiene
su radiecita donde sabe del mundo. Nos cuenta de su vida y de su
opinión sobre la marcha del país. De cosas que no suelen
publicarse, de los fraudes piramidales y del Crédito Agrario. Este
consistía en otorgar crédito para plantar palma de aceite. Pocos
campesinos pudieron beneficiarse, pues ¿quién puede esperar de
siete a ocho años para obtener su primera cosecha? Por otra parte,
algun corrupto ha sido juzgado y encarcelado por desviar esos fondos.
En cuanto a la región la situación de conflicto armado se ha
aliviado mucho, aunque aun quedan escaramuzas, hostigamientos. A
pesar de todo, él prefiere vivir en su tierra, construir a poquitos
su hospedaje, conforme va ganando alguna plata, no cree en las
pirámides, “¿quién te dio nada sino tu madre cuando mamaste?”
Por cincuenta y seis años lo hizo asi y asi seguirá.
Sueño
reparador y un buen desayuno nos preparan para la siguiente etapa.
Una furgoneta de caja abierta nos baja hasta los museos. Desde alli
se asciende durante veinte minutos hasta El Alto de
Segovia.
Pueden
visitarse aquí mas de veintisiete hipogeos pero nos conformaremos
con descender a cinco o seis. La diferencia entre los mismos consiste
en el mejor o peor estado de conservación y en su tamaño, tanto de
la altura de la cámara sepulcral como del diámetro del pozo. Todos
tienen luz artificial y algunos muestran un muy ben estado de las
pinturas y el labrado de la piedra. En uno de ellos, se conservan
ánforas que contienen huesos carbonizados. Alvaro Chávez fue su
descubridor y excavador . Pidió que sus cenizas pudieran reposar en
una de ellas. Allí siguen.
La cultura de los
paeces sigue presente en la zona. Durante años han exigido que su
cultura se enseñara en las escuelas, asi como su lengua. Hartos del
silencio administrativo empezaron por ocupar alguna escuela. Hoy día
numerosas escuelas de la región las enseñan. Otras cosas no han
mejorado. “Tanto la presencia de la guerrilla como del ejército
son malas. Todas esas niñas embarazadas tan jóvenes”, nos comenta
el veterano guardián.
En el
pequeño Museo Arqueológico
del yacimiento hay una bonita colección de objetos de cerámica y
piedra, asi como alguna escultura, maquetas y dibujos de las tumbas.
Allí aprendemos que la forma de las cámaras sepulcrales reproducen
la forma de las viviendas tradicionales.
Trapiche |
Y al
otro lado de la carretera, junto a la oficina de acceso se halla el
Museo Etnografico. Se
trata de un ilustrativo repaso a las artesanias y usos ancestrales de
los pueblos que han habitado la región.
Destaca un trapiche de
madera, de construcción artesanal, que podria ser usado en cualquier
momento. Muestras de tejidos, vestimenta, bolsas, utensilios y
recipientes.
Representación a escala de una vivienda paez y de una
cocina a tamaño natural.
Fruta y jugo de Lulo |
Bonito, bien dispuesto y bien iluminado. El recinto se ubica en un auténtico jardín. Junto a la entrada la Reina de los Jugos nos prepara unos excelentes jugos de limón y lulo, asi como una macedonia. Es la madre del joven guardián del Alto de Segovia. Su hijo era profesor pero al cabo de diecisiete años, “lo botaron por un problema con la guerrilla, pero con un poco de suerte este año próximo lo volverán a contratar”. Buen refresco para emprender la ruta hasta Popayan. La suerte nos acompañará, pues mientras esperamos el autobús aparece una furgoneta, con alta “carpa” en la caja que ofrece llevarnos. Un recorrido que amenazaba ser de 6 horas se resolverá en tres y media, amenizado con la conversación incesante del conductor. Sabremos que en la carpa viaja cascarilla de arroz. “Hay que ir ganándose algo”. Los pasajeros contribuiremos nuestra parte a esas ganancias, lógicamente.
Cafeto cargado de grano |
22 de febrero 2012
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