BALTISTAN
La roca de Skardu entre las dunas del Indus |
Desde el Khunjerab rehacemos el camino
por la Karakorum contemplando otra perspectiva del Alto Hunza. En
Gulmit una de las barcas volverá a llevarnos a través del lago
Attabad. Se ha cubierto el cielo, chispea y el viento es fresco.
Volvemos a escalar el montón de rocas trabadas que taponan el valle
y nos detenemos de nuevo en Karimabad. Una breve parada para
continuar al día siguiente hacia Baltistan. En dos días, vamos a
entrar por Astore, atravesar los llanos de Deosai y
llegar a Skardu.
Astore y el Lago Rama
Astore está situado en una
sucesión de lomas en una ladera. La atraviesa la carretera que se
convierte en una serpiente mientras se encarama entre precarios
chamizos de madera a modo de tiendas. Hombres y más hombres
transitan o ejercen la contemplación. Ni una mujer a la vista. Las
barbas largas y turbantes predominan. Es como regresar al pasado. A
la hora de la oración del magrib,
la calle se vacía de repente, cae el crepúsculo y con él el
silencio.
La
belleza de Astore reside en su emplazamiento; en su dominio del valle
del río Astore que desciende entre bosques de duendes tapizados de
densa hierba.
De Astore al lago Rama |
Lo remontamos para alcanzar el lago
Rama. La
pista termina y continuamos a pie, cruzando puntas de lengua del
glaciar y pozas de límpida agua verde esmeralda. Éstas se forman en
una alternancia de túneles de hielo. La morrena es altísima y muy
extensa. Al final de la ascensión, aparece el lago, rodeado de un
circo de picos nevados.
Hacia el lago Rama |
Lago Susar. Llanos de Deosai |
Llanos de Deosai. Chachar La |
Los
llanos de Deosai
De nuevo en la pista, nos llevará unas cuantas horas atravesar los
extensos llanos de Deosai (3600 kilómetros cuadrados) Se
trata de un altiplano a un promedio de 4000 metros de altitud. La
vista se pierde en el ancho anfiteatro de picos nevados a sur y su
abrupto fin por el este. Aparecen marmotas, se las oye silbar, juegan
al escondite; apenas se esconden, ya reaparecen, giran la cabecita a
espasmos mecánicos y nos observan. Dicen que por aquí vive el
zorro, incluso el leopardo. El lago Susar aparece al pie del
punto mas alto, el Chachar-La a 4266 metros de altitud. Los
prados que lo rodean parecen de esponja. Hay quien recorre estos
llanos en tres días de caminata, acampando en este paisaje sin
árboles, ni presencia humana. Donde terminan los llanos, la
carretera se despeña en la garganta del Satpara que da orígen al
pantano del mismo nombre. La garganta se ha ensanchado y reaparece
al pie, allá abajo, el gran Indus, que viene expandido en un valle
de dunas e islas de arena gris como él, donde crece una vegetación
baja y enclenques álamos.
Skardu. Un poco
de su turbulenta historia.
Skardu está presidida desde el río por “La Roca”, una
maciza mole donde se asienta su fuerte, o mejor se asentaba. Esta
fue la capital del Baltistan cuando estaba dominada por un Rajah que
a mediados del XIX apenas conservaría sus dominios unos pocos años
ante la presión del imperio Sikh, con quién finalmente se aliaron
los ingleses para entregarles el control. La capital del antiguo
imperio Sikh, Lahore, pasó a manos británicas pero las montañas
desde Jammu a Skardu y desde el Tibet hasta Muzafarabad quedaron
unidas bajo el dominio del primer Maharaja de Kashmir, Gulab
Singh, Raja de Jammu y su anterior archienemigo. Primeras escaramuzas
del Gran Juego, donde los Británicos hicieron lo imposible por
evitar mancharse las manos y transferir el dudoso honor a sus
aliados, siempre cambiantes.
Godfrey Thomas
Vigne
A pesar de su nombre, peculiar atuendo y maneras era inglés y viajaba por libre. Como otros antes que
él, tenía su propia visión, intereses en intenciones. Poco se ha
logrado descifrar de su auténtica función y sus historiadores solo
han podido trazar, aun con dificultades, sus vagabundeos
exploratorios.(1) Aunque sí ha quedado claro que sus logros fueron
fundamentales y sentaron las sólidas bases para ulteriores
exploradores. Nunca las autoridades británicas en la India le
otorgaron ninguna representación, pero a pesar de ello supo
granjearse la confianza de Ranjit Singh, raja de Cachemira y de Ahmed
Shah, rey de Baltistan, enemigos por antonomasia. Penetró desde
Cachemira en Baltistan y nos ofrece una descripción del valle que él vio en los
1830. Llama al valle Pequeño Tibet y afirma que sus habitantes
“son claramente tibetanos en apariencia. Los valles son profundos
y están separados no por llanos ondulados sino por crestas
pedregosos... impresión de roca y arena, luz blanca y dura ,
viento seco y mordiente. La vegetación natural es rara y un
fenómeno transitorio; los cultivos son un rompecabezas de campos
suspendidos de un anillo de canales de irrigación o se apiñan en
la superficie triangular de un abanico de terreno aluvial arrastrado
desde las montañas. El agua, del color del mercurio helado, llega
directa de los glaciares y refulge con la mica en suspensión. La
sombra, el otro elemento esencial, la proporcionan los álamos y
albaricoqueros o la profunda oscuridad de una casa Balti.”. Sigue
hablándonos de sus habitantes, de sus facciones tibetanas, pero
resalta que no son budistas. Fueron convertidos al islam Shiita y
representan la avanzadilla mas oriental de la penetración del islam
en el Himalaya. Señala la diferencia entre la poliandria de Tibet y
la poligamia de Skardu; pensada la primera para el control de la
natalidad y la segunda para lo contrario. “Las necesidades del
Balti son de las mas básicas. Puede mantener su habitual buen
humor y energía considerable a base de una dieta consistente
enteramente en albaricoques secos y una masa hecha de harina de
cebada. Ambas cosas, y poco más, se cultivan extensivamente pero
rara vez en cantidad suficiente para alimentar a una creciente
población. El Baltí se ha visto obligado a buscar su modo de vida
lejos de su tierra, habitualmente como porteador”. Vigne fue el
primero en explotar este potencial.
Campos de cereal junto al Indus |
Skardu hoy
La casualidad hizo que leyera estas líneas frente a la panorámica
del Indus y la roca de Skardu, en el jardín del Concordia, hotel de
Skardu. Levanté a vista y al eco de las palabras de Vigne se unieron
las imágenes y encuentros vividos en los últimos días. Los campos,
sistemas de cultivo, productos básicos, las gentes, el paisaje
siguen pareciéndose enormemente a los que él vio . La población
sigue siendo Shii; se está celebrando el Ramadán. Han surgido
hoteles sí, y en ellos trabajan empleados originarios de otras
poblaciones, a varias horas de camino, lo cual les obliga a residir
lejos de sus familias al menos 6 meses al año, como Hussain, un
divertido camarero que aparenta hablar castellano y que me recuerda
inevitablemente a Manwel de Faulty Towers. Aquí también se reúnen
principalmente montañeros, como escala y centro de avituallamiento,
que seguirán por el valle del Shyok hasta Hushé o hasta Askole
para iniciar el trekking del Baltoro, o la ascensión del Masherbrum,
Gasherbrun I y II, Broad Peak o el K2. La población local de estos
lugares sigue aportando los porteadores. Las condiciones en las que
éstos trabajan merecen un capítulo aparte, pero posiblemente no
difieran en mucho del tiempo de Vigne. Volveré sobre ello.
El buda de
Satpara
Cerca del pueblo de Satpara, junto a la presa del mismo nombre y a
apenas 10 kilómetros de Skardu, un camino de tierra se encarama en
la ladera hasta un destartalado chamizo que antaño debió ser la
taquilla. Hoy la puerta de acceso al recinto ha desaparecido y los
graffiti son el único rastro de presencia humana. La roca piramidal
se alza, pues, mas solitaria que nunca. Quienes la grabaron lo
hicieron en diversos momentos. Un buda sentado preside el centro; a
ambos lados dos de pie y en la base una hilera de figuras festonean
el conjunto. A la mayoría de estos les borraron los ojos y la boca
en algún momento. Alguien se los ha restituido con lápiz de
grafito. En el extremo inferior derecho hay un texto escrito en
tibetano, dificilmente legible. Ni un rótulo, nada. Visto el olvido
de tal precioso testimonio de la Ruta de la Seda, sorprende que los
budas principales conserven su expresión. Pero claro, son Budas, y
saben que todo es Samsara.
El Masherbrum, un 7000 desde Hushé |
Hushé. Su gente, montañeros, porteadores y un refugio.
Uno tiempo atrás había visto un documental que me llamó la
atención. Trataba de una pequeña aldea cuyo nombre no había oído
nunca: Hushé. Hablaba Little Karim, porteador y maestro de
porteadores, patriarca de una generación que ha heredado el oficio.
Su prestigio llamó la atención de Sarabastall, una ONG
aragonesa implicada en el deporte de montaña y deseosa de
promocionar a aquellas gentes que en ambientes tan aislados y
hostiles como éste, seguían ejerciendo su oficio y brindando a los
montañeros un imprescindible servicio. Little Karim contaba, en
presencia de sus hijos, los largos inviernos en que debían recluirse
en sus casas de piedra y barro, soportando el aislamiento y de su
alegría cuando, con la llegada del verano, aparecían aquellos que
iban a proporcionarles su único medio de vida.
Hoy Little Karim tiene cerca de 70 años y Hushé hace 10 que
dispone de un refugio construido por Sarabastall (2). Su miembro responsable es Ali. Nos habla del proyecto: los beneficios del mismo se destinan íntegramente a mejorar las
condiciones de vida de los habitantes locales. Algunos trabajan también en él . Su actividad tiene varios frentes:
higiene, educación, sanidad y medio ambiente. Para ello contratan a
un médico que periódicamente les visita y orienta . La escuela es
de nueva construcción. Acaban de iniciar un proyecto parecido al de
Shadowgirls academy, de Aliabad. Aquí se trata de llevar durante el
curso escolar a jóvenes de ambos sexos a una residencia en Skardu,
donde son atendidos y se les facilita comida y alojamiento. Se
entiende que es el único medio de darles la oportunidad de romper el
círculo vicioso de una vida cerrada en el estrecho margen del
poblado. Pretenden alojar pronto a 80 jóvenes. Los fondos los
proporcionan los beneficios obtenidos en el campamento que
Sarabastall tiene en Caspe (Aragón). Hushé tendrá pronto una guia de montaña, de la mano de Sebastián Alvaro.
A Hushé llegan las expediciones y grupos de trekking que
procedentes de Askole, llegan al Concordia y ascienden por el curso
superior del Baltoro hasta el paso y descienden por Shaischo hasta
Hushé. Un grupo de vascos y catalanes acaba de llegar. Han invertido
13 días. Las condiciones en el Concordia a mediados de Julio no son las
mejores: se ha fundido buena parte del hielo.
Les habíamos visto bajar mientras ascendíamos hasta el camping de
Shaischo. Un breve intercambio. Luego en el refugio tendríamos
ocasión de seguir conversando. Grupos de porteadores bajaban también
en pequeños grupos espaciados. Se me iban los ojos a los pies mal
calzados, algunos sin calcetines, ropas demasiado ligeras y raídas,
mochilas hechas de una sencilla estructura metálica con cuerdas para
atar los fardos o bidones de plástico como contenedores, tiendas
sacos, cocinas de queroseno mas anchas que sus espaldas. Sonrisas en
rostros curtidos. Estremece el contraste entre el esfuerzo y las
condiciones del terreno y el clima y la ligereza de sus ropas. Mas
tarde los montañeros nos contarán que los porteadores no duermen en tiendas. Usan
un pequeño recinto de bajos muros de piedra, tienden un plástico
encima y se acuestan con la misma ropa. El trato a los menos
cualificados no puede calificarse de respetuoso según uno de los
participantes en el trekking.
Vida en Hushé
El contraste es aún mas visible entre los proyectos de Sarabastall
y la realidad actual de Hushé. El líder del trekking nos cuenta que
estuvo en Hushé hace siete años y ve un retroceso. Lo cierto es que
impacta el grado de suciedad no solo de las calles y casas, sino
sobretodo de los niños que corretean por las calles. Al parecer no
se lavan nunca. Tampoco la ropa. A pesar de las campañas,
facilidades en forma de baños y duchas, intentos de convencerlos
todo ha sido inútil.
Como niños que son , cualquier juego es bienvenido. Son educados y risueños pero
entristece pensar en su futuro. Sus padres trabajan en temporada. El
resto del año o emigran en busca de un empleo lejos o permanecen
ociosos. Sus madres no abandonan la casa. Las jovenes no van a la
escuela. Con apenas 14 o 15 se casarán. Acarrean forraje o leña.
Aun pequeñas cargan a sus hermanos menores a la espalda, trajinan en
recados. La mayoría de las mujeres, sino todas, no han ido ni
siquiera a Skardu. Entonces, con qué referencia van a considerar
cambiar algo? La gran mezquita domina el pueblo. Las llamadas a la
oración son audibles. Pero van ellos? Se requiere higiene para acceder. Esta barrera sigue siendo infranqueable. El recinto de baños que se les ofreció, apareció
con los sanitarios rotos. Las mujeres solo hablan Balti. Solo algunos
niños hablan algo de inglés.
Vista de Hushé desde el norte |
Unas viviendas |
El camping de Shaisho
Este prado con someros servicios para caminantes y montañeros se halla a cosa de una hora remontando el pueblo. El Masherbrum preside el fondo del valle. Se halla a unos 20 km a vuelo de pájaro.
Ascenso hacia Saicho. El Masherbrum se oculta a la izquierda. |
Emprendemos la caminata y enseguida nos cruzamos con porteadores y montañeros que van descendiendo. Algunos vienen del trekking del Baltoro, cruzando el paso del Gandogoro, otros quizá del K2 o del Gasherbrum. Del borde del camino llega una canción. Varios porteadores descansan y un niño está bailando. Se mueve con gracia y los porteadores sonríen.
El ascenso hasta el camping es suave, el valle ancho, casi un paseo por la orilla del río. Los rosales silvestres florecen altos entre los pedregales. Algunas chozas de piedra albergan leña o forraje, algunos burros pacen matojos. Abundan las hierbas aromáticas.
Un puentecillo de piedra y troncos cruza el torrente y en breve el terreno se eleva y se abre a ambos lados en otros valles. El Masherbrum espia desde su manto de nubes.
En el prado una casa de piedra ha añadido un techo sobre una larga mesa. Ofrecen comida y bebida. Llega un grupo de porteadores que descargan sus mochilas y se sientan.
Una pareja de mediana edad está sentada a una mesa junto a la cerca. Apenas elevan la voz, parecen disfrutar del entorno único. Sabremos después que son suizos, han venido solos para depositar una placa en el K2. Su hijo se precipitó al vacío hace un año. Impacta su entereza, el valor de enfrentarse a la asesina, de no poder recuperar el cuerpo, de regresar de nuevo con las manos vacías.
Pedimos comida. ¿Tal vez pollo? Un joven sale armado con un gran cuchillo. Gesticulo levantando el brazo con gesto asesino. Afirmativo, sonríe mirando de reojo a los escuálidos pollos que corretean libres. En menos de media hora nos sirven un pollo frito con patatas.
MACHULO. Fundazioa Felix-Baltistán.
Machulo se halla mas al sur, en el mismo valle que Hushé, junto al río.
Nos contaba Julen Requeta, guía de Alpinismo, con el que conversamos en
Skardu, que para que un guía de montaña o un porteador puedan ganarse la vida y prosperar
requieren tener una alta cualificación. No basta ser fuerte, tener
buena salud y condiciones físicas lo cual claro está, es
imprescindible. Deben tener asimismo buenos conocimientos técnicos y
suponer un apoyo en todas las condiciones. Estos son los mas
buscados, los que pueden llegar a ganar mucho dinero. En Nepal, pais
de larga tradición alpinista y prestigiosos sherpas, algunos pueden ser
millonarios. Pakistán queda muy lejos de esta especialización.
Felix Iñurrategui da nombre a esta fundación (3). Cuando visitamos la
casa de Machulo, nos explicaron que entre otras actividades forman a
profesionales en actividades de montaña. Pero su actividad pretende un desarrollo integral de las comunidades. Las inundaciones del 2010
arrasaron el pueblo vecino; la fundación está reconstruyendo muchas
de las nuevas viviendas. Otros ejes de actuación son formación de
las mujeres, salud, agricultura, infraestructuras y educación.
El hombre mayor que nos recibe nos muestra las instalaciones, las fotografías. El ha sido montañero y ha formado a muchos hasta ahora. Los jóvenes, nos dice, están ahora repartidos en distintas expediciones.
El Shyok cerca de Khapalu |
Extensos sedimentos del Shyok, en la confluencia con el valle de Hushé. |
Largo camino de
regreso
Desde Hushe habrá que rehacer el triturado camino de regreso
descendiendo el valle hasta alcanzar el Shyok en Khapalu, seguir con él un trecho hacia el oeste, ver su confluencia con el Indus y alcanzar Skardu.
Aquí se halla lo que fue el fuerte de Khapalu, construido hace unos mil años. En un lugar estratégico, vía de penetración desde Cachemira, fue destruido por los dogras. Visitamos brevemente el fuerte, hoy
convertido en un elegante hotel, asociado a Serena, una prestigiosa cadena de
hoteles.
Nos enseñan amable y detalladamente su interior pero aunque
la tentación es muy fuerte, decidimos no quedarnos y regresar a
Skardu.
Allí, en el Concordia, “hub” del valle, es posible
conversar con todo aquel que ha transitado o va a hacerlo por el
valle. También vamos ya a regresar y hay que procurarse pasaje.
Son muchos los que esperan, incluso teniendo el billete en mano, a que
aterrice el avión procedente de Islamabad. No siempre está
garantizado, y hasta el último momento, no se sabe . Finalmente
decidimos partir en autobus; serán 25 horas de viaje con 9 paradas
de control nocturnas hasta Islamabad, en caravana de autobuses entre
dos vehículos del ejército. Pernoctaremos y al cabo de dos dias,
tras visitar Taxila, enlazaremos con otro bus hacia Lahore, para
pasar de alli a India por la frontera de Wagah el mismo día.
Llegado este momento, prefiero no pensar que voy a dejar Pakistan,
quién sabe hasta cuando. Llevo conmigo, profundamente incrustadas,
vivencias irrepetibles.
La roca de Skardu en el crepúsculo |
Notas:
(1) Explorers of the Western Himalayas (1820-1895, John Keay
(2) www.sarabastall.es/proyecto-hushe.html
(3) www.felix-baltistan.org
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