viernes, 7 de septiembre de 2012

PAKISTAN. Hacia el Khunjerab




EL PASO DEL KHUNJERAB


Primeros kilómetros de la entrada en China
(Foto de sher Jaan)

A 4733 metros de altitud, este paso es frontera entre China y Pakistán. El único paso entre ambos países en la larga ruta iniciada por la Karakorum Highway y nosotros en Islamabad, 850 kilómetros al sur y que terminará a 438 km en Kashgar. Aquí deja la cordillera del Karakorum y Pakistan al sur e inicia su penetración en el Xinjiang Chino, actual, parte del inmenso territorio del Tibet antaño. Aun tendrá que salvar el paso del Tashkurgan, después descenderá por la cuenca del Tarim hasta el territorio Uigur de Kashgar. La Ruta de la Seda se bifurcará entonces hacia Xian en el corazón de China o hacia el oeste, penetrando en Kirguistan por el Torugart.
Las modernas rutas no hacen sino seguir el rastro de miles anteriores. Asi las gentes que hoy las transitamos.  El comercio, la invasión y la exploración científica o militar fueron sus usos habituales hasta bien entrado el siglo XX. Hoy, por este paso pasan caravanas de grandes camiones chinos buscando una salida al mar en el Mar de Arabia y de ahí a Oriente Medio. Como he mencionado en una entrada anterior, desde enero del 2010 está cortada por el lago de Attabad. Es escasamente visible ahora el paso de los mismos, aunque si las grandes máquinas que están aqui asfaltando el tramo desde el paso hasta las proximidades de Gulmit, a un ritmo muy superior al que se emplea en el extremo sur del mismo.

A esta altura el paisaje es desolado, sopla un viento frío, cae una fina nieve.  Un glaciar irradia su blancura en la niebla: De él nace el río Khunjerab. En el límite de Pakistán un sencillo monolito indica la fecha en que se abrió al tráfico la carretera del Karakorum: 1986. En su otra cara el emblema de China y la misma fecha. Unos metros mas allá un arco abre la entrada al territorio Chino.

Cuando las montañas y los hombres se unen. China y Pakistan, un empeño conjunto.

Una placa conmemorativa clavada en el helado suelo sin más preámbulo explica la hazaña. Previo acuerdo entre los dos países, se iniciaron las obras en 1966. Un equipo de militares pakistaneses volaron a Hotian en China, vistieron uniformes chinos por primera y única vez en su historia y fueron trasladados al paso. Allí se reunieron los equipos chino y pakistaní el 8 de Julio para iniciar los trabajos . Los chinos lo hicieron en dirección al Xinjiang, los pakistaníes hacia el suyo. 1500 oficiales y hombres del batallón 101 trabajaron en condiciones durísimas: falta de oxígeno derivada de la altitud, dureza del terreno, fuertes vientos y descensos bruscos de la temperatura; incluso en Julio y Agosto la temperatura podía descender por la noche hasta los 30 bajo cero.
En aquel primer año de 1966 llegó el invierno y los chinos se retiraron hasta la estación siguiente. Los pakistaníes siguieron hasta que un alto mando militar durante un vuelo de prueba de un nuevo helicóptero visitó la zona y solicitó permiso al presidente para suspender los trabajos. Lo obtuvo. Los hombres bajaron a pie todas sus pertenencias hasta Pasu, para esperar allí la primavera. Así prosiguieron estacionalmente hasta culminar su construcción en 1978.
Un letrero conmemora la hazaña que se consideró la octava maravilla del mundo. El recordatorio termina con las palabras:

Estamos orgullosos de vosotros, vuestro hijos y vuestros nietos os recordarán, habéis hecho el mas maravilloso trabajo de la historia del ejército.


Pero mucho antes la vida era distinta

Hasta la apertura de la carretera los habitantes de Hunza recorrían a pie o con caballerías lo que entonces era la Ruta de la Seda. Podían haber iniciado su andadura tan al sur como en Ganesh, al borde del rio Hunza. (Ver entrada anterior: El Valle del Hunza) Venían del bajo Hunza y podían llegar hasta los países de Asia Central. Les suponía semanas. Hoy, una distancia que entonces representaba tres días, se puede hacer en 3 horas, y ello a pesar del estado lamentable de la carretera y el imprescindible cruce en barca del lago Attabad. Entonces no existía la luz eléctrica, ni ningún producto de primera necesidad que no se cultivara u obtuviera en Hunza, no había servicios sanitarios. Sin embargo, el lento recorrido permitía conocer a las gentes del camino, donde debía uno detenerse para pernoctar o proveerse, se aprendían las lenguas respectivas, Burusheski del Bajo Hunza y Wakhi del Alto, se llegaban a conocer personalmente unos a otros, se establecían amistades y vínculos duraderos.  El uso del automóvil ha hecho que ahora tengan que comunicarse en Urdu, las mujeres hoy pueden dar a luz en hospitales, se han introducido productos de consumo ajenos, el móvil se ha hecho imprescindible, los jóvenes pueden estudiar fuera de su región. El progreso no puede detenerse y como dice Sher “para ganar algo, hay que perder otra cosa”.


Paisajes naturales y humanos

Hoy hemos llegado al Khunjerab en el automóvil de Darbar, residente en Pasu y gerente del Hotel Sarai Silk Route. Hemos salido de Pasu a las 5 de la mañana y coronábamos el paso a las 9. La carretera se halla en reparación en todo su recorrido (mas de 100 km). Continuamente hay maquinaria pesada, depósitos de áridos o bidones de alquitrán, tiendas de campaña de los trabajadores. Se están construyendo los márgenes con pasos canalizados para el agua, elevando muros de contención, reforzando puentes, construyendo túneles, pavimentando con asfalto con gran maquinaria. Las obras las realizan empresas chinas, con trabajadores chinos y pakistaníes. Los ingenieros residen en construcciones sólidas y se les provee de lo necesario desde China. Hoy hemos cruzado una caravana de camiones de gran tonelaje de caja cerrada con matrícula china. Los trabajadores viven en tiendas a pie de obra donde viven en permanencia. Si el tiempo impide el trabajo, paran las horas necesarias, pero no pueden abandonar el campamento. Esta mañana les hemos visto trabajar. Algunos llevaban mantas sobre sus pellizas; lo hacían con herramientas básicas, encaramados en columnas de puentes o sobre los muros. Pero sonreían y saludaban a nuestro paso. Nos ha conmovido. Al parecer cobran unos 250 euros al mes. No ven a su familia durante meses, se surten de lo que está a su alcance, el agua la facilitan el río o los torrentes, cocinan ellos mismos sus alimentos. Cuando cesa la jornada, se les ve acuclillados en la cuneta, en pequeños grupos.
Al norte de Passu se abre una carretera que se interna en el estrecho valle del Shimshal. Conduce a la población homónima. Costó 18 años construirla. Anteriormente las personas que iban a trabajar allí, debían andar tres días por la senda que contornea las laderas. Son 55 kilómetros.
Los trabajos avanzan lentamente, queda mucho por hacer. Y es que el clima incluso ahora, en Julio, puede ser muy frío. Mientras descendíamos de nuevo hacia Pasu han empezado a caer copos de nieve y las cumbres cercanas estaban blanqueadas por una reciente nevada. En todo su recorrido el polvo lo penetra todo. Montañas, carretera, las aguas, tiendas de campaña, maquinaria, camiones, personas, todo tiene el mismo color, la misma sustancia reseca y mineral. No es un paraje aparentemente habitable. Sin embargo, a pesar de la dureza del mismo, de las condiciones de vida que la altitud impone, el solaz que la ausencia de sonidos ajenos a la naturaleza proporciona no tiene parangón.



A escasos metros de su nacimiento, el rio Khunjerab se desliza desde el paso
Ninguna puerta monumental da acceso a Pakistán

La puerta de China despedida por el hito de Pakistán



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