Vista hacia el oeste con el Rakaposhi coronando. |
Aliabad, Baltit
(o Karimabad) y Altit concentran la mayor parte de la población,
siendo la primera el centro comercial y de transporte y Baltit ofrece mayor cantidad de alojamientos a los
visitantes . Altit es la mas antigua y pequeña y conserva buena parte de sus históricas casas.
Una
particularidad de este valle es su profesión religiosa. Son en su
gran mayoría Ismailitas. Su lider religioso es el Aga Khan. Su
fundación provee la creación de escuelas, centros hospitalarios y
rehabilitación de sus monumentos y barrios históricos. El resto lo
ponen fundaciones extranjeras. Asimismo cuida de la cohesión social
y de la atención a los mas desfavorecidos. Otra particularidad es la
continuidad del Mir, heredero de los soberanos de la región, antes
de que Pakistán la unificara en 1971. Los Mir perdieron su poder
absoluto pero en el caso de Hunza por lo menos, conservan el respeto
de la población, su palacio, como el de Baltit ,y ejercen
una cierta representación civil en la región bajo el control
del gobierno de Islamabad.
El acceso al área se ve limitado por varios factores: la geografía y el estado
de la carretera del Karakorum , en continua reparación y reconstrucción,
teniendo pocos tramos pavimentados, y en ocasiones otros de
gran dificultad de paso por la invasión de las lenguas de glaciares
o el deshielo y los consiguientes desprendimientos. Además, en enero de 2010 un desastre natural vino a complicar aun mas su aislamiento : un corrimiento de tierras sepultó
Attabad, mató a 18 personas y arrasó la población. Formó un
lago de unos 22 km de largo, hasta el norte de Gulmit. La
Karakorum quedó cortada y sumergida en el lago. Su tráfico está aún
interrumpido en Julio de 2012 : los camiones procedentes de China,
siguiendo su via de acceso al mar de Arabia y de ahí a Oriente
Medio, deben descargar sus mercancías al norte del lago, pasarla en
barcas al otro lado y volverlas a cargar en nuevos camiones. Si bien
los chinos parecerían estar dispuestos a contribuir al vaciado del
lago y la restauración de la carretera, no parece que al gobierno de
Islamabad le urja esta solución. Como resultado las poblaciones al
norte del lago Attabad que deben desplazarse al sur han visto
seriamente dificultada su forma de vida. Algunos decidieron
trasladarse a las poblaciones del sur, ocupando aún algunos de ellos barracones.
A todo ello hay
que añadir la insuficiencia del suministro eléctrico. Y ello a
pesar de la abundancia de caidas de agua que podría emplearse para
pequeñas centrales eléctricas locales. Las que existen devienen
insuficientes conforme la población crece y los cortes de suministro
son frecuentes.
Una cultura ancestral en un aislamiento acentuado
El lago no ha
hecho mas que acentuar un aislamiento que los habitantes sienten de
forma ambivalente: lamentan el abandono oficial pero por otro están
orgullosos de sus diferencias. Son numerosas
las mujeres que no cubren su cabello, que sonrien abiertamente al
visitante. Los hombres hablan con naturalidad a la extranjera. Su
sentimiento de pertenencia al país es superficial; miran al sur y a su futuro con desconfianza. Tuvieron su momento de
esplendor en los 80, pero el atentado de Nueva York, cayó sobre
ellos como una maldición. El número de turistas se redujo drásticamente
y hoy toda esta industria vive un letargo del que no ven el
final. Siendo su economía de subsistencia, a pesar de la feracidad
de sus cultivos: albaricoque, hortalizas, cerezas, nueces, manzanas,
uvas y ganado vacuno y ovino, no pueden siquiera plantearse la
comercialización de sus excedentes, debido a la precariedad de sus
infraestructuras.
Su sociedad es un
contrapunto a la predominante en el resto del país. La mujer tiene
aquí mayores oportunidades; la educación es mixta, su acceso a
estudios medios y superiores está garantizado. Sus salas de oración
son lugares de encuentro mixto y de organización de actividades
sociales.
El mirador del Palacio
El mayor hotel de
Karimabad es el Darbar. Es propiedad del Mir que reside en verano en
el palacio próximo. Ahora está lleno de ciudadanos chinos que
trabajan en la reconstrucción de la carretera. Nos ofrecen un par
de habitaciones en un anexo en el mismo recinto del Palacio que no
podemos rechazar. Frente a las mismas, un prado mira sobre el valle
en la confluencia del rio Hunza y el Nagar que desciende del glaciar
Hoper. A la derecha dominando las alturas con su bella cumbre el
Rakaposhi, a la izquierda, rio arriba y elevándose al fondo, el Golden Peak. Entre cerezos y
manzanos se oye el bronco rumor del rio, cuyas grises aguas saltan
embravecidas, lamen las arenosas márgenes y serpentea en la
distancia. Desde este mirador se percibe la distante carretera que
accede al valle donde sin prisa se está construyendo una central
eléctrica, alli donde el rio se desviará hacia el sur para unirse
mas tarde al Gilgit.
Ultar I y Lady Finger |
Como dosel de
nuestro emplazamiento, las extremas pendientes culminan en las
cumbres del Ultar I y II con sus glaciares y el dedo apuntado del Lady Finger. Sobre el palacio, un
promontorio acoge el cementerio.
Cementerio sobre el Palacio del Mir |
Un muro rodea las tumbas de la
familia real. A su alrededor se disponen las demás. Su estado de
deterioro no distingue nobles de plebeyos. La naturaleza también se
impone aquí: la salida del sol sobre las cimas heladas del
Rakaposhi, el Ultar y el Golden Peak podrían ser las moradas de los dioses de un cielo
protector. De noche las estrellas ponen un brillante toldo entre las
resplandecientes cumbres en luna llena. Esta primera noche Sher, y sus amigos Nur
y Majido nos ofreceran cerezas como nunca haya comido y el “agua de
Hunza”: un licor hecho de moras blancas, acompañando a una
barbacoa de pollo. Sobre una terraza a cielo abierto siento el privilegio de estar aquí, de haber entrado en otro mundo
que puede atraparme.
Fuerte de Baltit |
Los fuertes de Altit y Baltit
La mañana
despierta bajo un cielo límpido. El Fuerte de Baltit domina
el pueblo. Aquí se trasladó el Mir desde Altit, cuando al casarse
con una princesa de Skardu, éste se añadió a su dote. Construcción
compacta, de altos muros de madera y adobe, a través del cual
sobresalen las cabezas de vigas con cuñas para sostener la
verticalidad de las paredes. Los ángulos de los muros se hallan
también reforzados con tacos de madera alternados a ambos lados del
ángulo. Este tipo de construcción que se repite en casas y en el
fuerte de Altit, ha resistido terremotos desde la construcción
del primero, el de Altit, allá por el 900 dC. En éste, los
Tibetanos que llegarían unos doscientos años mas tarde, elevaron la
torre y aportaron los elementos constructivos que nos lo han legado
hasta hoy. Los trabajos de rehabilitación se sufragan con donaciones
de la fundación Aga Khan y las entradas que pagan los visitantes.
Fuerte de Baltit. Sala de recepción. |
Al
tiempo de nuestra visita al de Baltit un reducido equipo está
trabajando informáticamente. Pero el interior ya está terminado. En
las salas dispuestas en varios pisos a las que se accede por una
sencilla escalera de madera con luz cenital, se hallan dispuestos los
elementos tradicionales. Incluso la cocina parece lista para su uso.
Fuerte de Baltit. Cocina. |
No parecen los soberanos de Hunza haber disfrutado de grandes
comodidades, salvo somero refugio contra el penetrante frio y nieve del
invierno. La prisión, bajo el nivel del suelo, no es mas que un
espacio ciego con particiones de adobe, donde se arrojaba a los
enemigos que osaban invadir el territorio o a los delincuentes. Hay
que hacer un gran esfuerzo imaginativo para comprender cómo podían
defenderse en tales construcciones. Pero es que nos hallamos en el
siglo XI-XII, cuando el acceso a estos valles transitaba por la Ruta
de la Seda, que no era mas que una senda estrecha que debía salvar
todos los accidentes del terreno; cuando las únicas armas atacantes
eran portadas individualmente, no había arietes, salvo los
improvisados troncos .
Fuerte de Baltit |
Decoración interior en Baltit |
Terraza en Baltit. |
Desde estos nidos de águila no era difícil defenderse de los atacantes. Algunos no llegaban a pisar la prisión: eran directamente lanzados al vacío desde el fuerte de Altit que se enclava sobre un macizo rocoso a unos 300 metros verticales sobre el Hunza.
Fuerte de Altit |
La Ruta de la Seda, Ganesh
Ganesh |
calleja cubierta en Ganesh |
La senda de la
Ruta de la Seda aun se aprecia en la calle circular, hoy pavimentada
que rodea el pequeño nucleo de Ganesh, al pie de Baltit,
sobre el rio. La mitad del pueblo se lo llevó en algun momento la crecida desbocada del rio. El resto que se conserva ha sido
respetuosamente restaurado. Sus estrechísimas calles agrupan parcas
y diminutas viviendas que se encaraman unas sobre otras, donde
conviven aun hoy animales y personas, compartiendo espacios de
juguete.
Alguna vaca asoma por una puerta que no parece poder alojar
su cuerpo, las cabras se encaraman en estrechas piedras
sobresalientes. Las cuatro mezquitas lucen su maderas sencillas pero
bellamente talladas, con símbolos tibetanos, como la svàstica, que a su vez heredaron de una religión anterior en la noche de los tiempos y la memoria.
Pertenecen a cada uno de los cuatro clanes o grupos que siguen
viviendo aquí, como pudieron hacerlo en el tiempo de su creación.
Hoy, sin embargo, gozan de alcantarillado y luz eléctrica.
Fuerte de Altit. Torre construida por los tibetanos sobre la obra original. |
Altit. Tradición y cambio.
Altit es
el segundo pueblo en antigüedad; es mas extenso que Ganesh, pero
conserva su mismo carácter. Dispone de una balsa central, donde los
niños se están bañando. Al lado se abre una plaza, con tres
pequeños espacios bajo columnas de madera, donde en ocasiones
especiales se dispondran los músicos, las autoridades y los
invitados. El principe Carlos de Inglatera junto con el Aga Khan
visitó el lugar y su museo-biblioteca ofrece imágenes del
acontecimiento. Este edificio tambien ha sido bonitamente restaurado.
Vida en los terrados |
Esperando a los novios |
Enfrente del mismo, la modernidad la impone la gran sala de oración
ismailita, coronada por una bandera verde cruzada por una linea
diagonal naranja, donde hoy se está celebrando una boda: las
mujeres se sientan en el patio exterior, ataviadas con sus trajes
tradicionales, aunque las jóvenes lucen vestidos coloristas y
melenas al descubierto. En el interior, el novio, residente en Dubai
se esta casando con una doctora que ejerce en Gilgit. Es un
matrimonio por amor, nos contarán mas tarde. Después de las firmas
de los testigos, tres por bando, saldrán hacia la casa de la novia.
Numerosos acompañantes siguen el cortejo. Mas tarde, se dirigirán a
pie a casa del novio, donde en la primera noche un tío, un hermano y
dos mujeres de su casa acompañaran a la novia para que no sienta tan
bruscamente el cambio de hogar. En pocos días, él regresará a
Dubai y tratará de cumplir las formalidades para que su esposa se
reúna con él.
Hoy |
Y ayer |
El pueblo está
flanqueado por un jardín perteneciente al recinto del fuerte, un
terreno suavemente escalonado, con árboles frutales, cuidado por el
hermano de Sher, cargo que ha heredado de su padre como éste lo heredó
del suyo. Sus colaboradores son las ovejas que con tesón y
eficiencia dejan la hierba a punto para jugar una partida de golf.
Existe un pequeño pabellón de madera, con bellos muebles
artesanales en el porche. Antiguamente era la vivienda de los
responsables del jardín. Aquí se crió Sher hasta que se
trasladaron a la casa familiar que pudieron edificarse, al otro
extremo del jardín.
Sin embargo, lo
que más llamó nuestra atención fue un taller junto a la entrada .
Se trata de un proyecto financiado por Noruega donde las jóvenes que
no disponen de recursos aprenden un oficio: carpintería,
electricidad, fontanería. Periódicamente las visitan estudiantes de
la escuela técnica de Islamabad, para aportarles nuevos
conocimientos teóricos y ayudarlas a desarrollar nuevos productos.
El patio esta cubierto de bancos donde se trabaja la madera y
observamos algunas de sus realizaciones. Cada pieza está pensada
para cubrir varias funciones a la vez, se transforman sencillamente;
el espacio de sus reducidas viviendas impone el principio. Es notable
el ingenio que desarrollan estas jóvenes a partir de una idea. En Pakistán, éste
seria tal vez un proyecto impensable en un entorno islámico que no fuera el
ismailismo.
Algunas jóvenes en Shadowgirls academy |
Aliabad y la Shadowgirls Academy
En Aliabad,
hemos conseguido localizar la Shadowgirls academy. Se trata también
de un proyecto humanitario,construido por una organización suiza , fundado por Jacqueline Lissogorof y dirigido conjuntamente por ella y Karim Khan donde se alojan
jóvenes, de entre 18 y 20 años, originarias del Alto Hunza mientras
cursan sus estudios superiores. Lo hacen en escuelas de la población,
pero aquí residen en un ambiente alegre, digno, autogestionado y bien organizado.
Durante algunos periodos de verano acuden voluntarios de diversas procedencias
que les enseñan inglés en la misma residencia. Nos muestran cada
una de las habitaciones. La mayoría llevan nombres de flores.
También su área comunitaria, la cocina, el comedor, la sala de
ordenadores y biblioteca. Allí hojeamos la revista que edita el
centro con las colaboraciones de sus residentes. Nos han ofrecido un
te mientras hablan abiertamente de sus proyectos: dos quieren ser
médicos, una de ellas además desea jugar al fútbol y ser
diseñadora de moda. Todo en perfecto orden. Hoy Karim está en
Shandur, asistiendo al festival de Polo. Al cabo de unos días, a
nuestro regreso del Alto Hunza y antes de reemprender la ruta hacia
el sur, nos detenemos en Aliabad para conversar con Karim . Viene acompañado por Jacqueline . Su rostro es luminoso,
conserva el entusiasmo y ensoñación de quién cree firmemente en su
obra. Al jubilarse, empleó todo su dinero en fundar la residencia.
Se iniciaban las obras en 2008 y comenzaba la andadura un año mas
tarde. 4 chicas fueron las pioneras. Hoy, en 2012, seran 100. Desde la construcción inicial, el centro ha debido . Los padres de las
chicas aportan su mantenimiento. Las que no pueden costearlo, reciben
ayudas que los responsables deben obtener, diversificando sus fuentes
de ingreso, recortando costes o buscando nuevos donantes. A fecha de hoy están
construyendo una sala mas que podrán ofrecer a otras entidades.
Asimismo, cada inicio de curso, seleccionan a las alumnas mas capaces
y en caso de que no puedan costearse estudios superiores, buscan
donaciones. Con unos 600 euros anuales, una chica puede cursar un
año, alojarse y mantenerse. Jacqueline vino de visita hace 12 años.
Conoció a Karim que, al año siguiente estaba en Paris esudiando
francés. Desde entonces cada año pasa el verano en Aliabad. Desde
Octubre, de vuelta en Paris sigue ocupándose de los asuntos
administrativos y financieros.
Un comercio en Aliabad |
Al pie del Diran. El glaciar Hoper
Es domingo y vamos a hacer una caminata hasta el glaciar Hoper. Primero es
preciso cruzar el puente sobre el Hunza e internarse en el valle de
Nagar. En una pequeña población nos espera Abbas quién nos
acompañará. Emprendemos un ligero ascenso para descender en picado por la morrena del glaciar, un desnivel en picado de polvo y piedras de unos 200 metros, hasta su parte helada. Hay que atravesarla, esquivando el hielo oculto, las grietas. En toda su anchura se ondula en grandes arcos
longitudinales de un color gris oscuro. Trepamos y descendemos por grandes
conglomerados de rocas inestables. Por fin alcanzamos un prado donde aquellos que van a
emprender un trekking de 5 o 6 días pueden montar sus tiendas. De un
caño surge agua helada procedente de un glaciar confluyente con el
anterior. Tomaremos aquí el camino que asciende por otro valle
glaciar, dispuesto en diagonal con el primero. La ascensión no es muy fuerte pero si larga y sostenida. El
camino deja a la derecha prados en fuerte pendiente, con algunos
rediles de piedra seca, y la izquierda irá
apareciendo el glaciar que irá cambiando de color, pasando del gris
oscuro al blanco. Los arroyos descienden hacia el mismo. Son
necesarias varias horas para alcanzar la parte superior. Aquí, en
los altos pastos que dominan la cabecera del glaciar, hay múltiples sencillas casas de piedra para los pastores de verano; sus animales pastan
libremente. Las mujeres huyen de la mirada del visitante pero hombres
y niños se acercan curiosos. Al regreso, junto al manantial, hay un
grupo de mujeres. Están descansando. Han depositado sus hatos de
leña y se ríen. Llevan largas faldas y zapatillas de plástico sin
talón. Se levantan, toman sus cargas a la espalda y empiezan el
descenso hacia el glaciar saltando sobre las piedras. Lo atraviesan
rápidamente y enfilan la terrible pendiente polvorienta como si
nada. Se perderán camino del pueblo antes de que nosotros consigamos
atravesar de nuevo el glaciar, que ésta vez parece mucho mas ancho
que a la ida. Habíamos salido de Karimabad a las 7 de la mañana y
estamos regresando a las 4 y media de la tarde. Esta ha sido mi
primera experiencia sobre un glaciar. Aun habrá alguna más en
el Alto Hunza.
La familia de Sher
Sher nos invitó
a cenar a su casa para conocer a su familia . Reside con sus padres,
ya muy mayores, su hermano mayor con su esposa y tres chicos, y una
hermana soltera que estudia electricidad. Ocupan una casa amplia, de
tres salas de usos múltiples, y una gran cocina con estufa de leña.
Su cuñada y una sobrina están cocinando un guiso de pollo con
verdura que resultará delicioso. Servirán arroz aromatizado,
ensalada fresca y melón. A la mesa se sientan Sher, su hermano y
nosotros tres. En la cocina ya han terminado de cenar los tres niños,
su madre, y tres de sus sobrinas. En 2010 cuando el desprendimiento
arrasó Abotabad, en esta misma casa se refugiaron 50 personas que
tuvieron que compartir el espacio y los recursos. Su hermano residía
en las tierras aisladas, asi como una hermana que aun se halla alli
pues no puede abandonar el ganado en verano. Poco a poco, la mayoría
de estos familiares fueron instalándose en los barracones que se
habilitaron para ellos en el mismo Altit, entre las huertas y son
muchas las familias que aun residen allí. Para estas personas
compartir es un principio inquebrantable, ocuparse de sus ancianos
incuestionable y la hospiitalidad al viajero un precepto.
Convirtió la cena en una puerta abierta a su mundo mas íntimo, no
solo al espacio privado.
El Nido de Aguilas y el mirador Hosht sobre el Ultar I
Durante un par de noches vamos a trasladar nuestra residencia al Eagle's Nest de Altit, un hotel que domina el valle desde una gran altura. El dia 11 va a celebrarse el gran festival de Hunza y deseamos participar de algún modo. Este festival es uno de los cuatro que anualmente se celebran en la región. Está dedicado a conmemorar la iluminación por parte del Aga Khan I, que dirigió sus destinos durante buena parte del s.XIX al llevarles la fe Ismaelita. El actual es el bien conocido en occidente como Karim Aga Khan. Reside en Londres pero visita la región frecuentemente y su presencia se siente en el amor que le profesan los habitantes del valle. La ciudad de Karimabad lleva el nombre en su honor, sustituyendo a su antiguo de Baltit.
Rakaposhi a la salida del sol |
Altit a los pies |
Y este del valle en el sol naciente. A la derecha el Golden Peak. |
Desde el Eagle's
Nest seguimos teniendo un paisaje incomparable pero a mayor altura. A
las 5 de la mañana ascendemos a un pequeño promontorio para
contemplar el Rakaposhi vestido de rosa y el resto de picos
iluminados progresivamente por los primeros rayos, mientras el valle
descansa aun a oscuras. Mas tarde, buscaremos las sendas que se
encaraman por las pendientes para seguir los canales de irrigación.
No todos están bien conservados y perdemos el camino en varias
ocasiones.
Ascenso al mirador del Ultar I |
Emoción apenas contenida |
Ultar I y Lady Finger |
De todos modos será un entrenamiento para la excursión
de mañana que nos llevará hasta el observatorio del pico y
glaciar Ultar I. El ascenso es penoso, el pie apenas se afianza
en la pendiente ladera y hace rodar las piedras. Tras tres horas
descubrimos de repente la majestuosidad del pico y la confluencia de
dos glaciares principales. El aliento se detiene, los ojos se
humedecen ante tanta belleza. Una enorme roca ofrece un escueto
cobijo a la sombra donde nos apiñamos a contemplar cada detalle del
escenario. El mirador recibe el nombre de Hosht. Si nos damos la
vuelta, todo el valle se ofrece en su totalidad. Nos ha acompañado
en el ascenso un antiguo oficial del ejército pakistanés, donde
sirvió durante 20 años. Hoy tiene 42 y afirma ascender hasta el
mirador en una hora, en pendiente casi vertical. No necesita senderos, solo un
bastón rematado en un piolet. Su indumentaria es el clásico shalwar
camis. En el descenso grupos de jóvenes se disponen a preparar el
espectáculo nocturno. Suben neumáticos ágilmente para ir
depositandolos en las partes mas altas que puedan alcanzar.
El festival de la Iluminación
A la caída de la
noche, justo después de la oración del Magrib, empezaremos a ver
puntos de luz en todas las laderas, a ambos lados del valle. Son
hogueras que irán formando manchas mayores de luz rojiza al tiempo
que el cielo vire al negro. Estamos de nuevo en el palacio de
Karimabad, en el cementerio. Compartimos vino de Hunza y algunas
galletas. Algunos de los fuegos ruedan pendiente abajo: son los
neumáticos envueltos en paños e impregnados de keroseno. Pronto
descienden por todas las laderas multitud de ruedas. Entretanto en
los jardines del pueblo la gente ha encendido pequeñas hogueras.
Todo el valle compite con las estrellas. Algunas ruedas han
descendido desde las cimas. Cuesta imaginar no sólo como se han
encaramado hasta allí sino cómo descenderán a oscuras cuando
termine el espectáculo. Algunos lo harán puen en la sala de oración
les espera la comida preparada para esta ocasión. Estas gentes
parecen elevar su alma a Alá sobre patas de cabra.
Camino del Alto Hunza, cerca de Attabad |
El Alto Hunza
Un par de días
antes habíamos obtenido el NOC (Non Objection Certificate) que nos
autoriza a viajar al Alto Hunza en Karimabad. . En realidad se
trata de una declinación oficial de responsabilidades, en caso de
cualquier eventualidad. Ante la sorpresa de un extranjero, el oficial
responde: “Ustedes han querido venir, nosotros no se lo hemos
pedido”. Como podremos comprobar al cruzar la región, la omisión
de responsabilidad no se limita a los extranjeros; la diferencia es
que a éstos se les pone al corriente por escrito.
Embarcadero en el extremo oeste del lago Attabad |
Nur, el primo de
Sher, conducirá el Prado de éste hasta el embarcadero, frente al
desaparecido emplazamiento de Attabad. El inmenso fragmento de ladera de tierra y piedras
que cortó el rio sigue allí. Apenas se ha trazado un difícil
acceso rodado, mas propio para maquinaria. Maquinaria que no se ve
trabajar en parte alguna. Acceder a las barcas, de no mas de unos 9
metros de eslora, no es tarea fácil. Hay que descolgarse por un
terraplen de escombro y saltar por la borda. Asi lo hacen gentes y
motocicletas de pequeña cilindrada. Impensable embarcar ahora nada
mas pues el nivel del lago ha descendido pero no así el embarcadero.
Esperamos a que la barca se llene para no pagar el exceso de precio
por fletarla. El policía que controla nuestro NOC pretendía que asi
lo hiciéramos pero Sher se ha
negado. No ha habido que esperar mucho.
Hay que saltar para embarcar |
Cuando los dos rugientes
motores cabalgando sobre la borda se han puesto en marcha, dos barcas
abarrotadas llegaban. La lentitud de la travesía ha sido un regalo
para observar con atención los detalles de las paredes verticales
rocosas, la calidad , luces y tonalidad del agua, la gente que viajaba con
nosotros. Tipos varios.
Un hombre con su gorro de lana blanca propio
del valle, parecido al de los Pashtus; un jóven con unas RayBan
chinas de color verde loro, una solitaria mujer vestida con un
shalwar camis rosa intenso, sentada discretamente sobre unos sacos
en el fondo de la barca.
¿Logrará la belleza sepultar la tragedia? |
A ambos lados del
valle inundado, aparece lo que la inundación respetó de los
pueblos: márgenes cortados en seco, huertas mordidas, árboles secos
surgiendo como espectros del agua verde.
Algunos pasajeros descienden
en uno de ellos. Es triste verlos remontar la ladera hacia lo que
queda de sus viviendas. Seguirán teniendo que recurrir a la barca,
¿durante cuánto tiempo?
Gulmit es
la población mayor. Por su extensión parece haber sufrido menos que
sus vecinas, aunque buena parte sigue bajo las aguas. Aquí desembarcamos.
Hoy se sigue celebrando la
festividad del 11 de Julio y bajo un estrado entoldado se sientan en
largos bancos, hombres a un lado y mujeres al otro. Una parada de los
boy scouts y algunos voluntarios del ejército tratan de seguir el
paso. La música la pone una banda con gaitas escocesas y uniforme de
pantalón y camisa. La música también es escocesa. Nos invitan a
sentarnos en las bancadas junto a los hombres. Empiezan los
parlamentos y condecoraciones a los hombres que se han destacados por
su trabajo en pro de la comunidad. Les colocan una
guirnalda que inmediatamente devuelven para el siguiente. A
continuación, la banda forma circulo y ejecuta algunas piezas.
Algunos hombres se sitúan en el centro y bailan con movimientos
lentos, levantando piernas y brazos alternativamente. Llega el
momento de los bailes infantiles. Unas jóvenes ataviadas en vivos
colores ponen la voz y dos filas paralelas de niños y niñas giran
despacio elevando y volteando los brazos.
Tras unos cuantos
días de contacto aprecio que esta gente es esencialmente educada, de
buenas formas, de habla sosegada y volumen bajo. No parece que tengan
prisa, parecen tener claro el orden de prioridades, el placer de la
conversación. Se saludan continuamente, algunos se abrazan, todos se
conocen.
Tomamos un
almuerzo en el Hotel de Gulmit, propiedad de un miembro de la familia
del Mir, al que saludamos, y proseguimos camino.
Recorreremos los
caminos entre huertos y canales, superaremos lomas. Nos dirigimos al glaciar de Ghulkin y al poblado del mismo nombre.
Nuevamente nos detenemos aquí en otro
entoldado. Inmediatamente nos introducen en él, nos hacen sentar en
el suelo y por el micro nos saludan y dan la bienvenida. Algunos
hombres están evolucionando sobre el escenario: los mismos
movimientos lentos, alternancia de brazos y piernas, lentos giros.
Nos invitan a subir al escenario. ¿Cómo hacer para que no se
ofendan y ofrecer nuestro agradecimiento ante tal honor? Se aproxima
un personaje de uniforme y nos explica que les gustaría que lo
hiciéramos pero en caso contrario, no hay problema. Menos mal.
Debemos seguir camino y parece suficiente excusa.
Glaciar de Borith |
Morrena norte del glaciar de Borith. Montañas de Passu al fondo. |
Detalle del glaciar |
Morrena viva del glaciar de Borith (foto de Sher Jaan) |
Montañas de Passu desde el glaciar de Borith. El lago queda a la izquierda, aun oculto. |
Seguimos
remontando huertos por canales hasta desembocar tras una vieja
morrena en el glaciar de Borith. Será el segundo que
atravesemos después del de Hopper. Este parece mas complicado y
efectivamente lo es. El deshielo que circula a escasos centímetros
de la superficie de la masa de rocas y tierra va modificando la senda
imaginaria que debemos seguir. Apenas veinte dias antes Sher pasó
por aquí pero ahora hay que buscar un nuevo paso. Con sumo cuidado
hay que escoger las crestas y ascender o descender por ellas, sin
aproximarse excesivamente al borde que se desmorona en una pendiente
casi vertical de hielo negro. Clavo el bastón buscando el hielo
apenas oculto.
Por fin lo
superamos y solo queda alcanzar una senda que se interna en un
pequeño valle circular y su pequeña población, Borith.
Nuevamente casas y huertos, alguna puerta de madera labrada y al
fondo, sobre un recoleto lago, el alojamiento de Borith Lake Hotel.
Una delicia: un par de habitaciones cómodas, baño privado, comedor
con porche orientado al lago. Sencillez cómoda y como remate, una
cena de pollo asado con patatas fritas. A reseñar: las patatas de
todo Hunza son muy sabrosas. El dueño es muy abierto y agradable..
Nos presenta a su mujer. Ambos superan los sesenta años y llevan
largos años atendiendo a visitantes.
Una página del Star del 96
está colgada en la pared del comedor: The Love Song of Borith Lake, reza el título. Otras fotos le muestran a él,su mujer y tres de sus hijos, con unos
15 años menos. Una pareja de recién casados le mandaron su foto
tomada en su hotel cuando daban la vuelta al mundo en su viaje de
bodas. A la mañana siguiente desayunamos con vistas al lago. Al
despedirnos, uno de sus hijos nos cuenta que está estudiando
economía en Peshawar, “por su país”. Llevamos días
considerando visitar la capital Pashtun, pero no acabamos de
decidirnos. El reside allí durante el curso universitario pero nos
lo desaconseja. Otra vez será.
Lago de Borith desde el albergue |
Un taxi nos
espera para recorrer la distancia hasta Passu. Desde allí nos
encaramaremos de nuevo a su glaciar. Son apenas las 9 de la mañana
pero el sol ya calienta con fuerza. Dejamos las mochilas en el hotel
Sarai Silk Route y nos dirijimos al glaciar.
Desembocadura del glaciar |
Este desemboca sus
gélidas aguas en el Hunza, a escasos metros y ésta es la vía de
acceso. Al principio la pendiente es suave, pero luego empieza a
encaramarse por las inestables laderas de la montaña que limita el
glaciar por el norte. La senda no se aprecia en la distancia, por
estrecha e irregular. Se va descubriendo conforme se avanza. En
algunos tramos, apenas hay espacio para un pie y da la impresión que
en cuanto lo levantes, va a precipitarse al vacío.
La vegetación es
escasa pero resistente: rosales silvestres , lavanda, tomillo, y en el punto mas alto, ya en el
mirador, profusión de juníperos de intenso aroma. En el clima tan
sumamente seco de todo Hunza, que aquí se acentúa, los resecos
orificios nasales agradecen los vapores del junípero. Nos sentamos
a contemplar el glaciar que desciende y se disuelve a nuestros pies
en meandros entre depósitos arenosos. Ya ruge y su fragor parece
desproporcionado a su volumen. La vista no se cansa, no puede hacerlo.
Intentamos comer
algo en un restaurante encaramado en un saliente, pero sus dueños se
han ido a las celebraciones del festival. El chico que allí se aloja
temporalmente no sabe cuando regresaran. Así se toman la vida aquí.
Después de todo, ¿qué tiene de malo?
Esperaremos a que
se atenúe el calor para encaminarnos al nuevo Passu, la población
que se está aun construyendo ante el continuo mordisco que el río ha propinado en la vieja. Allí se está celebrando un partido de cricket,
dentro de una competición que tendrá su final dentro de una semana.
Los espectadores son escasos y de nuevo somos bienvenidos. Regresamos
pasando por el viejo Passu. Sher nos brindará un maravilloso guiso
de pollo con espaguettis.
paisaje mineral |
Petroglifos junto al glaciar de Passu |
Grietas vivas en el glaciar de Passu |
El atardecer en Passu enciende las cimas nevadas y los Conos de Passu. "Montañas de Fuego" me parece un nombre mas adecuado. El río discurre en sombra. Aguas abajo un puente colgante lo atraviesa pero ha empezado a soplar un viento fuerte y no nos parece el mejor momento para salvarlo.
No puedo apartar los ojos de la luz que se va, de las montañas que absorben ávidamente sus últimos rayos. Mañana iniciamos el camino del Khunjerab. Nos acompañaran durante un trecho. Vamos al encuentro del nacimiento del rio y hasta el paso a China.
quiero conocer este lugar, pueden hacer el favor de ofrecer alguna orientacion, con la intencion de planificar el viaje?
ResponderEliminarjosefranazcu@yahoo.com