viernes, 7 de septiembre de 2012

PAKISTAN. El Valle del Hunza






Vista hacia el oeste con el Rakaposhi coronando.



 Aliabad, Baltit (o Karimabad) y Altit concentran la mayor parte de la población, siendo la primera el centro comercial y de transporte y  Baltit ofrece mayor cantidad de alojamientos a los visitantes . Altit es la mas antigua y pequeña y conserva buena parte de sus históricas casas.
Una particularidad de este valle es su profesión religiosa. Son en su gran mayoría Ismailitas. Su lider religioso es el Aga Khan. Su fundación provee la creación de escuelas, centros hospitalarios y rehabilitación de sus monumentos y barrios históricos. El resto lo ponen fundaciones extranjeras. Asimismo cuida de la cohesión social y de la atención a los mas desfavorecidos. Otra particularidad es la continuidad del Mir, heredero de los soberanos de la región, antes de que Pakistán la unificara en 1971. Los Mir perdieron su poder absoluto pero en el caso de Hunza por lo menos, conservan el respeto de la población,  su palacio, como el de Baltit ,y ejercen una cierta representación civil en la región bajo el control del gobierno de Islamabad.
El acceso al área se ve limitado por varios factores: la geografía y el estado de la carretera del Karakorum , en continua reparación y reconstrucción, teniendo pocos tramos pavimentados, y en ocasiones otros de gran dificultad de paso por la invasión de las lenguas de glaciares o el deshielo y los consiguientes desprendimientos. Además, en enero de 2010 un desastre natural vino a complicar aun mas su aislamiento : un corrimiento de tierras sepultó Attabad,  mató a 18 personas y arrasó la población. Formó un lago de unos 22 km de largo, hasta el norte de Gulmit. La Karakorum quedó cortada y sumergida en el lago. Su tráfico está aún interrumpido en Julio de 2012 : los camiones procedentes de China, siguiendo su via de acceso al mar de Arabia y de ahí a Oriente Medio, deben descargar sus mercancías al norte del lago, pasarla en barcas al otro lado y volverlas a cargar en nuevos camiones. Si bien los chinos parecerían estar dispuestos a contribuir al vaciado del lago y la restauración de la carretera, no parece que al gobierno de Islamabad le urja esta solución. Como resultado las poblaciones al norte del lago Attabad que deben desplazarse al sur han visto seriamente dificultada su forma de vida. Algunos decidieron trasladarse a las poblaciones del sur, ocupando aún algunos de ellos barracones.
A todo ello hay que añadir la insuficiencia del suministro eléctrico. Y ello a pesar de la abundancia de caidas de agua que podría emplearse para pequeñas centrales eléctricas locales. Las que existen devienen insuficientes conforme la población crece y los cortes de suministro son frecuentes.

Una cultura ancestral en un aislamiento acentuado

El lago no ha hecho mas que acentuar un aislamiento que los habitantes sienten de forma ambivalente: lamentan el abandono oficial pero por otro están orgullosos de sus diferencias. Son numerosas las mujeres que no cubren su cabello, que sonrien abiertamente al visitante. Los hombres hablan con naturalidad a la extranjera. Su sentimiento de pertenencia al país es superficial; miran al sur y a su futuro con desconfianza. Tuvieron su momento de esplendor en los 80, pero el atentado de Nueva York, cayó sobre ellos como una maldición. El número de turistas se redujo drásticamente y hoy toda esta industria  vive un letargo del que no ven el final. Siendo su economía de subsistencia, a pesar de la feracidad de sus cultivos: albaricoque, hortalizas, cerezas, nueces, manzanas, uvas y ganado vacuno y ovino, no pueden siquiera plantearse la comercialización de sus excedentes, debido a la precariedad de sus infraestructuras.

Su sociedad es un contrapunto a la predominante en el resto del país. La mujer tiene aquí mayores oportunidades; la educación es mixta, su acceso a estudios medios y superiores está garantizado. Sus salas de oración son lugares de encuentro mixto y de organización de actividades sociales.




El mirador del Palacio

El mayor hotel de Karimabad es el Darbar. Es propiedad del Mir que reside en verano en el palacio próximo. Ahora está lleno de ciudadanos chinos que trabajan en la reconstrucción de la carretera. Nos ofrecen un par de habitaciones en un anexo en el mismo recinto del Palacio que no podemos rechazar. Frente a las mismas, un prado mira sobre el valle en la confluencia del rio Hunza y el Nagar que desciende del glaciar Hoper. A la derecha dominando las alturas con su bella cumbre el Rakaposhi, a la izquierda, rio arriba y elevándose al fondo, el Golden Peak.  Entre cerezos y manzanos se oye el bronco rumor del rio, cuyas grises aguas saltan embravecidas, lamen las arenosas márgenes y serpentea en la distancia. Desde este mirador se percibe la distante carretera que accede al valle donde sin prisa se está construyendo una central eléctrica, alli donde el rio se desviará hacia el sur para unirse mas tarde al Gilgit.

Ultar I y Lady Finger

Como dosel de nuestro emplazamiento, las extremas pendientes culminan en las cumbres del Ultar I y II con sus glaciares y el dedo apuntado del Lady Finger. Sobre el palacio, un promontorio acoge el cementerio.
Cementerio sobre el Palacio del Mir

 Un muro rodea las tumbas de la familia real. A su alrededor se disponen las demás. Su estado de deterioro no distingue nobles de plebeyos. La naturaleza también se impone aquí: la salida del sol sobre las cimas heladas del Rakaposhi, el Ultar y el Golden Peak podrían ser las moradas de los dioses de un cielo protector. De noche las estrellas ponen un brillante toldo entre las resplandecientes cumbres en luna llena. Esta primera noche Sher, y sus amigos Nur y Majido nos ofreceran cerezas como nunca haya comido y el “agua de Hunza”: un licor hecho de moras blancas, acompañando a una barbacoa de pollo. Sobre una terraza a cielo abierto siento el privilegio de estar aquí, de haber entrado en otro mundo que puede atraparme.






Fuerte de Baltit

Los fuertes de Altit y Baltit

La mañana despierta bajo un cielo límpido. El Fuerte de Baltit domina el pueblo. Aquí se trasladó el Mir desde Altit, cuando al casarse con una princesa de Skardu, éste se añadió a su dote. Construcción compacta, de altos muros de madera y adobe, a través del cual sobresalen las cabezas de vigas con cuñas para sostener la verticalidad de las paredes. Los ángulos de los muros se hallan también reforzados con tacos de madera alternados a ambos lados del ángulo. Este tipo de construcción que se repite en casas y en el fuerte de Altit, ha resistido terremotos desde la construcción del primero, el de Altit, allá por el 900 dC. En éste, los Tibetanos que llegarían unos doscientos años mas tarde, elevaron la torre y aportaron los elementos constructivos que nos lo han legado hasta hoy. Los trabajos de rehabilitación se sufragan con donaciones de la fundación Aga Khan y las entradas que pagan los visitantes. 
Fuerte de Baltit. Sala de recepción.

Al tiempo de nuestra visita al de Baltit un reducido equipo está trabajando informáticamente. Pero el interior ya está terminado. En las salas dispuestas en varios pisos a las que se accede por una sencilla escalera de madera con luz cenital, se hallan dispuestos los elementos tradicionales. Incluso la cocina parece lista para su uso. 
Fuerte de Baltit. Cocina.

No parecen los soberanos de Hunza haber disfrutado de grandes comodidades, salvo somero refugio contra el penetrante frio y nieve del invierno. La prisión, bajo el nivel del suelo, no es mas que un espacio ciego con particiones de adobe, donde se arrojaba a los enemigos que osaban invadir el territorio o a los delincuentes. Hay que hacer un gran esfuerzo imaginativo para comprender cómo podían defenderse en tales construcciones. Pero es que nos hallamos en el siglo XI-XII, cuando el acceso a estos valles transitaba por la Ruta de la Seda, que no era mas que una senda estrecha que debía salvar todos los accidentes del terreno; cuando las únicas armas atacantes eran portadas individualmente, no había arietes, salvo los improvisados troncos .


Fuerte de Baltit


















Decoración interior en Baltit
Terraza en Baltit.




























Desde estos nidos de águila no era difícil defenderse de los atacantes. Algunos no llegaban a pisar la prisión: eran directamente lanzados al vacío desde el fuerte de Altit que se enclava sobre un macizo rocoso a unos 300 metros verticales sobre el Hunza.




Fuerte de Altit




La Ruta de la Seda,  Ganesh 

Ganesh

calleja cubierta en Ganesh
La senda de la Ruta de la Seda aun se aprecia en la calle circular, hoy pavimentada que rodea el pequeño nucleo de Ganesh, al pie de Baltit, sobre el rio. La mitad del pueblo se lo llevó en algun momento la crecida desbocada del rio. El resto que se conserva ha sido respetuosamente restaurado. Sus estrechísimas calles agrupan parcas y diminutas viviendas que se encaraman unas sobre otras, donde conviven aun hoy animales y personas, compartiendo espacios de juguete. 
Alguna vaca asoma por una puerta que no parece poder alojar su cuerpo, las cabras se encaraman en estrechas piedras sobresalientes. Las cuatro mezquitas lucen su maderas sencillas pero bellamente talladas, con símbolos tibetanos, como la svàstica, que a su vez heredaron de una religión anterior en la noche de los tiempos y la memoria. 


Pertenecen a cada uno de los cuatro clanes o grupos que siguen viviendo aquí, como pudieron hacerlo en el tiempo de su creación. Hoy, sin embargo, gozan de alcantarillado y luz eléctrica.












Fuerte de Altit. Torre construida por los tibetanos sobre la obra original.




Altit. Tradición y cambio.



Altit es el segundo pueblo en antigüedad; es mas extenso que Ganesh, pero conserva su mismo carácter. Dispone de una balsa central, donde los niños se están bañando. Al lado se abre una plaza, con tres pequeños espacios bajo columnas de madera, donde en ocasiones especiales se dispondran los músicos, las autoridades y los invitados. El principe Carlos de Inglatera junto con el Aga Khan visitó el lugar y su museo-biblioteca ofrece imágenes del acontecimiento. Este edificio tambien ha sido bonitamente restaurado.














Vida en los terrados

Esperando a los novios















Enfrente del mismo, la modernidad la impone la gran sala de oración ismailita, coronada por una bandera verde cruzada por una linea diagonal naranja, donde hoy se está celebrando una boda: las mujeres se sientan en el patio exterior, ataviadas con sus trajes tradicionales, aunque las jóvenes lucen vestidos coloristas y melenas al descubierto. En el interior, el novio, residente en Dubai se esta casando con una doctora que ejerce en Gilgit. Es un matrimonio por amor, nos contarán mas tarde. Después de las firmas de los testigos, tres por bando, saldrán hacia la casa de la novia. Numerosos acompañantes siguen el cortejo. Mas tarde, se dirigirán a pie a casa del novio, donde en la primera noche un tío, un hermano y dos mujeres de su casa acompañaran a la novia para que no sienta tan bruscamente el cambio de hogar. En pocos días, él regresará a Dubai y tratará de cumplir las formalidades para que su esposa se reúna con él.

Hoy
Y ayer






























El pueblo está flanqueado por un jardín perteneciente al recinto del fuerte, un terreno suavemente escalonado, con árboles frutales, cuidado por el hermano de Sher, cargo que ha heredado de su padre como éste  lo heredó del suyo. Sus colaboradores son las ovejas que con tesón y eficiencia dejan la hierba a punto para jugar una partida de golf. Existe un pequeño pabellón de madera, con bellos muebles artesanales en el porche. Antiguamente era la vivienda de los responsables del jardín. Aquí se crió Sher hasta que se trasladaron a la casa familiar que pudieron edificarse, al otro extremo del jardín.
Sin embargo, lo que más llamó nuestra atención fue un taller junto a la entrada . Se trata de un proyecto financiado por Noruega donde las jóvenes que no disponen de recursos aprenden un oficio: carpintería, electricidad, fontanería. Periódicamente las visitan estudiantes de la escuela técnica de Islamabad, para aportarles nuevos conocimientos teóricos y ayudarlas a desarrollar nuevos productos. El patio esta cubierto de bancos donde se trabaja la madera y observamos algunas de sus realizaciones. Cada pieza está pensada para cubrir varias funciones a la vez, se transforman sencillamente; el espacio de sus reducidas viviendas impone el principio. Es notable el ingenio que desarrollan estas jóvenes a partir de una idea. En Pakistán, éste seria tal vez un proyecto impensable en un entorno islámico que no fuera el ismailismo.

Algunas jóvenes en Shadowgirls academy




Aliabad y la Shadowgirls Academy

En Aliabad, hemos conseguido localizar la Shadowgirls academy. Se trata también de un proyecto humanitario,construido por una organización suiza , fundado por Jacqueline Lissogorof y dirigido conjuntamente por ella  y  Karim Khan donde se alojan jóvenes, de entre 18 y 20 años, originarias del Alto Hunza mientras cursan sus estudios superiores. Lo hacen en escuelas de la población, pero aquí residen en un ambiente alegre, digno, autogestionado y bien organizado. Durante algunos periodos de verano acuden voluntarios de diversas procedencias que les enseñan inglés en la misma residencia. Nos muestran cada una de las habitaciones. La mayoría llevan nombres de flores. También su área comunitaria, la cocina, el comedor, la sala de ordenadores y biblioteca. Allí hojeamos la revista que edita el centro con las colaboraciones de sus residentes. Nos han ofrecido un te mientras hablan abiertamente de sus proyectos: dos quieren ser médicos, una de ellas además desea jugar al fútbol y ser diseñadora de moda. Todo en perfecto orden. Hoy Karim está en Shandur, asistiendo al festival de Polo. Al cabo de unos días, a nuestro regreso del Alto Hunza y antes de reemprender la ruta hacia el sur, nos detenemos en Aliabad para conversar con Karim . Viene acompañado por Jacqueline . Su rostro es luminoso, conserva el entusiasmo y ensoñación de quién cree firmemente en su obra. Al jubilarse, empleó todo su dinero en fundar la residencia. Se iniciaban las obras en 2008 y comenzaba la andadura un año mas tarde. 4 chicas fueron las pioneras. Hoy, en 2012, seran 100. Desde la construcción inicial, el  centro ha debido . Los padres de las chicas aportan su mantenimiento. Las que no pueden costearlo, reciben ayudas que los responsables deben obtener, diversificando sus fuentes de ingreso, recortando costes o buscando nuevos donantes. A fecha de hoy están construyendo una sala mas que podrán ofrecer a otras entidades. Asimismo, cada inicio de curso, seleccionan a las alumnas mas capaces y en caso de que no puedan costearse estudios superiores, buscan donaciones. Con unos 600 euros anuales, una chica puede cursar un año, alojarse y mantenerse. Jacqueline vino de visita hace 12 años. Conoció a Karim que, al año siguiente estaba en Paris esudiando francés. Desde entonces cada año pasa el verano en Aliabad. Desde Octubre, de vuelta en Paris sigue ocupándose de los asuntos administrativos y financieros.


Un comercio en Aliabad






Al pie del Diran. El glaciar Hoper

Es domingo y vamos a hacer una caminata hasta el glaciar Hoper. Primero es preciso cruzar el puente sobre el Hunza e internarse en el valle de Nagar. En una pequeña población nos espera Abbas quién nos acompañará. Emprendemos un ligero ascenso para descender en picado por la morrena del glaciar, un desnivel en picado de polvo y piedras de unos 200 metros, hasta su parte helada. Hay que atravesarla, esquivando el hielo oculto, las grietas. En toda su anchura se ondula en grandes arcos longitudinales de un color gris oscuro. Trepamos y descendemos por grandes conglomerados de rocas inestables. Por fin alcanzamos un prado donde aquellos que van a emprender un trekking de 5 o 6 días pueden montar sus tiendas. De un caño surge agua helada procedente de un glaciar confluyente con el anterior. Tomaremos aquí el camino que asciende por otro valle glaciar, dispuesto en diagonal con el primero. La ascensión no es muy fuerte pero si larga y sostenida. El camino deja a la derecha prados en fuerte pendiente, con algunos rediles de piedra seca, y la izquierda irá apareciendo el glaciar que irá cambiando de color, pasando del gris oscuro al blanco. Los arroyos descienden hacia el mismo. Son necesarias varias horas para alcanzar la parte superior. Aquí, en los altos pastos que dominan la cabecera del glaciar, hay múltiples sencillas casas de piedra para los pastores de verano; sus animales pastan libremente. Las mujeres huyen de la mirada del visitante pero hombres y niños se acercan curiosos. Al regreso, junto al manantial, hay un grupo de mujeres. Están descansando. Han depositado sus hatos de leña y se ríen. Llevan largas faldas y zapatillas de plástico sin talón. Se levantan, toman sus cargas a la espalda y empiezan el descenso hacia el glaciar saltando sobre las piedras. Lo atraviesan rápidamente y enfilan la terrible pendiente polvorienta como si nada. Se perderán camino del pueblo antes de que nosotros consigamos atravesar de nuevo el glaciar, que ésta vez parece mucho mas ancho que a la ida. Habíamos salido de Karimabad a las 7 de la mañana y estamos regresando a las 4 y media de la tarde. Esta ha sido mi primera experiencia sobre un glaciar. Aun habrá alguna más en el Alto Hunza.

La familia de Sher

Sher nos invitó a cenar a su casa para conocer a su familia . Reside con sus padres, ya muy mayores, su hermano mayor con su esposa y tres chicos, y una hermana soltera que estudia electricidad. Ocupan una casa amplia, de tres salas de usos múltiples, y una gran cocina con estufa de leña. Su cuñada y una sobrina están cocinando un guiso de pollo con verdura que resultará delicioso. Servirán arroz aromatizado, ensalada fresca y melón. A la mesa se sientan Sher, su hermano y nosotros tres. En la cocina ya han terminado de cenar los tres niños, su madre, y tres de sus sobrinas. En 2010 cuando el desprendimiento arrasó Abotabad, en esta misma casa se refugiaron 50 personas que tuvieron que compartir el espacio y los recursos. Su hermano residía en las tierras aisladas, asi como una hermana que aun se halla alli pues no puede abandonar el ganado en verano. Poco a poco, la mayoría de estos familiares fueron instalándose en los barracones que se habilitaron para ellos en el mismo Altit, entre las huertas y son muchas las familias que aun residen allí. Para estas personas compartir es un principio inquebrantable, ocuparse de sus ancianos incuestionable y la hospiitalidad al viajero un precepto. Convirtió la cena en una puerta abierta a su mundo mas íntimo, no solo al espacio privado.



El Nido de Aguilas y el mirador Hosht sobre el Ultar I

Durante un par de noches vamos a trasladar nuestra residencia al Eagle's Nest de Altit, un hotel que domina el valle desde una gran altura. El dia 11 va a celebrarse el gran festival de Hunza y deseamos participar de algún modo. Este festival es uno de los cuatro que anualmente se celebran en la región. Está dedicado a conmemorar la iluminación por parte del Aga Khan I, que dirigió sus destinos durante buena parte del s.XIX al llevarles la fe Ismaelita. El actual es el bien conocido en occidente como Karim Aga Khan. Reside en Londres pero visita la región frecuentemente y su presencia se siente en el amor que le profesan los habitantes del valle. La ciudad de Karimabad lleva el nombre en su honor, sustituyendo a su antiguo de Baltit.


Rakaposhi a la salida del sol

Altit a los pies

Y este del valle en el sol naciente. A la derecha el Golden Peak.


Desde el Eagle's Nest seguimos teniendo un paisaje incomparable pero a mayor altura. A las 5 de la mañana ascendemos a un pequeño promontorio para contemplar el Rakaposhi vestido de rosa y el resto de picos iluminados progresivamente por los primeros rayos, mientras el valle descansa aun a oscuras. Mas tarde, buscaremos las sendas que se encaraman por las pendientes para seguir los canales de irrigación. No todos están bien conservados y perdemos el camino en varias ocasiones.


Ascenso al mirador del Ultar I

Emoción apenas contenida

Ultar I y Lady Finger

 De todos modos será un entrenamiento para la excursión de mañana que nos llevará hasta el observatorio del pico y glaciar Ultar I. El ascenso es penoso, el pie apenas se afianza en la pendiente ladera y hace rodar las piedras. Tras tres horas descubrimos de repente la majestuosidad del pico y la confluencia de dos glaciares principales. El aliento se detiene, los ojos se humedecen ante tanta belleza. Una enorme roca ofrece un escueto cobijo a la sombra donde nos apiñamos a contemplar cada detalle del escenario. El mirador recibe el nombre de Hosht. Si nos damos la vuelta, todo el valle se ofrece en su totalidad. Nos ha acompañado en el ascenso un antiguo oficial del ejército pakistanés, donde sirvió durante 20 años. Hoy tiene 42 y afirma ascender hasta el mirador en una hora, en pendiente casi vertical. No necesita senderos, solo un bastón rematado en un piolet. Su indumentaria es el clásico shalwar camis. En el descenso grupos de jóvenes se disponen a preparar el espectáculo nocturno. Suben neumáticos ágilmente para ir depositandolos en las partes mas altas que puedan alcanzar.

El festival de la Iluminación

A la caída de la noche, justo después de la oración del Magrib, empezaremos a ver puntos de luz en todas las laderas, a ambos lados del valle. Son hogueras que irán formando manchas mayores de luz rojiza al tiempo que el cielo vire al negro. Estamos de nuevo en el palacio de Karimabad, en el cementerio. Compartimos vino de Hunza y algunas galletas. Algunos de los fuegos ruedan pendiente abajo: son los neumáticos envueltos en paños e impregnados de keroseno. Pronto descienden por todas las laderas multitud de ruedas. Entretanto en los jardines del pueblo la gente ha encendido pequeñas hogueras. Todo el valle compite con las estrellas. Algunas ruedas han descendido desde las cimas. Cuesta imaginar no sólo como se han encaramado hasta allí sino cómo descenderán a oscuras cuando termine el espectáculo. Algunos lo harán puen en la sala de oración les espera la comida preparada para esta ocasión. Estas gentes parecen elevar su alma a Alá sobre patas de cabra.





Camino del Alto Hunza, cerca de Attabad


El Alto Hunza

Un par de días antes habíamos obtenido el NOC (Non Objection Certificate) que nos autoriza a viajar al Alto Hunza en Karimabad. . En realidad se trata de una declinación oficial de responsabilidades, en caso de cualquier eventualidad. Ante la sorpresa de un extranjero, el oficial responde: “Ustedes han querido venir, nosotros no se lo hemos pedido”. Como podremos comprobar al cruzar la región, la omisión de responsabilidad no se limita a los extranjeros; la diferencia es que a éstos se les pone al corriente por escrito.

Embarcadero en el extremo oeste del lago Attabad



Nur, el primo de Sher, conducirá el Prado de éste hasta el embarcadero, frente al desaparecido emplazamiento de Attabad. El inmenso fragmento de ladera de tierra y piedras que cortó el rio sigue allí. Apenas se ha trazado un difícil acceso rodado, mas propio para maquinaria. Maquinaria que no se ve trabajar en parte alguna. Acceder a las barcas, de no mas de unos 9 metros de eslora, no es tarea fácil. Hay que descolgarse por un terraplen de escombro y saltar por la borda. Asi lo hacen gentes y motocicletas de pequeña cilindrada. Impensable embarcar ahora nada mas pues el nivel del lago ha descendido pero no así el embarcadero. Esperamos a que la barca se llene para no pagar el exceso de precio por fletarla. El policía que controla nuestro NOC pretendía que asi lo hiciéramos pero Sher se ha negado. No ha habido que esperar mucho.
Hay que saltar para embarcar

 Cuando los dos rugientes motores cabalgando sobre la borda se han puesto en marcha, dos barcas abarrotadas llegaban. La lentitud de la travesía ha sido un regalo para observar con atención los detalles de las paredes verticales rocosas, la calidad , luces y tonalidad del agua, la gente que viajaba con nosotros. Tipos varios.



 Un hombre con su gorro de lana blanca propio del valle, parecido al de los Pashtus; un jóven con unas RayBan chinas de color verde loro, una solitaria mujer vestida con un shalwar camis rosa intenso, sentada discretamente sobre unos sacos en el fondo de la barca.







¿Logrará la belleza sepultar la tragedia?

A ambos lados del valle inundado, aparece lo que la inundación respetó de los pueblos: márgenes cortados en seco, huertas mordidas, árboles secos surgiendo como espectros del agua verde.





 Algunos pasajeros descienden en uno de ellos. Es triste verlos remontar la ladera hacia lo que queda de sus viviendas. Seguirán teniendo que recurrir a la barca, ¿durante cuánto tiempo?

Gulmit es la población mayor. Por su extensión parece haber sufrido menos que sus vecinas, aunque buena parte sigue bajo las aguas. Aquí desembarcamos.


 Hoy se sigue celebrando la festividad del 11 de Julio y bajo un estrado entoldado se sientan en largos bancos, hombres a un lado y mujeres al otro. Una parada de los boy scouts y algunos voluntarios del ejército tratan de seguir el paso. La música la pone una banda con gaitas escocesas y uniforme de pantalón y camisa. La música también es escocesa. Nos invitan a sentarnos en las bancadas junto a los hombres. Empiezan los parlamentos y condecoraciones a los hombres que se han destacados por su trabajo en pro de la comunidad. Les colocan una guirnalda que inmediatamente devuelven para el siguiente. A continuación, la banda forma circulo y ejecuta algunas piezas. Algunos hombres se sitúan en el centro y bailan con movimientos lentos, levantando piernas y brazos alternativamente. Llega el momento de los bailes infantiles. Unas jóvenes ataviadas en vivos colores ponen la voz y dos filas paralelas de niños y niñas giran despacio elevando y volteando los brazos.
Tras unos cuantos días de contacto aprecio que esta gente es esencialmente educada, de buenas formas, de habla sosegada y  volumen bajo. No parece que tengan prisa, parecen tener claro el orden de prioridades, el placer de la conversación. Se saludan continuamente, algunos se abrazan, todos se conocen.
Tomamos un almuerzo en el Hotel de Gulmit, propiedad de un miembro de la familia del Mir, al que saludamos, y proseguimos camino.




 Recorreremos los caminos entre huertos y canales, superaremos lomas. Nos dirigimos al glaciar de  Ghulkin y al poblado del mismo nombre. 












Nuevamente nos detenemos aquí en otro entoldado. Inmediatamente nos introducen en él, nos hacen sentar en el suelo y por el micro nos saludan y dan la bienvenida. Algunos hombres están evolucionando sobre el escenario: los mismos movimientos lentos, alternancia de brazos y piernas, lentos giros. Nos invitan a subir al escenario. ¿Cómo hacer para que no se ofendan y ofrecer nuestro agradecimiento ante tal honor? Se aproxima un personaje de uniforme y nos explica que les gustaría que lo hiciéramos pero en caso contrario, no hay problema. Menos mal. Debemos seguir camino y parece suficiente excusa.

Glaciar de Borith

Morrena norte del glaciar de Borith. Montañas de Passu al fondo.

Detalle del glaciar


Morrena viva del glaciar de Borith (foto de Sher Jaan)



Montañas de Passu desde el glaciar de Borith. El lago queda a la izquierda, aun oculto.

Seguimos remontando huertos por canales hasta desembocar tras una vieja morrena en el glaciar de Borith. Será el segundo que atravesemos después del de Hopper. Este parece mas complicado y efectivamente lo es. El deshielo que circula a escasos centímetros de la superficie de la masa de rocas y tierra va modificando la senda imaginaria que debemos seguir. Apenas veinte dias antes Sher pasó por aquí pero ahora hay que buscar un nuevo paso. Con sumo cuidado hay que escoger las crestas y ascender o descender por ellas, sin aproximarse excesivamente al borde que se desmorona en una pendiente casi vertical de hielo negro. Clavo el bastón buscando el hielo apenas oculto.
Por fin lo superamos y solo queda alcanzar una senda que se interna en un pequeño valle circular y su pequeña población, Borith. Nuevamente casas y huertos, alguna puerta de madera labrada y al fondo, sobre un recoleto lago, el alojamiento de Borith Lake Hotel. Una delicia: un par de habitaciones cómodas, baño privado, comedor con porche orientado al lago. Sencillez cómoda y como remate, una cena de pollo asado con patatas fritas. A reseñar: las patatas de todo Hunza son muy sabrosas. El dueño es muy abierto y agradable.. Nos presenta a su mujer. Ambos superan los sesenta años y llevan largos años atendiendo a visitantes. 

Una página del Star del 96 está colgada en la pared del comedor: The Love Song of Borith Lake, reza el título. Otras fotos le muestran a él,su mujer y tres de sus hijos, con unos 15 años menos. Una pareja de recién casados le mandaron su foto tomada en su hotel cuando daban la vuelta al mundo en su viaje de bodas. A la mañana siguiente desayunamos con vistas al lago. Al despedirnos, uno de sus hijos nos cuenta que está estudiando economía en Peshawar, “por su país”. Llevamos días considerando visitar la capital Pashtun, pero no acabamos de decidirnos. El reside allí durante el curso universitario pero nos lo desaconseja. Otra vez será.





Lago de Borith desde el albergue



Un taxi nos espera para recorrer la distancia hasta Passu. Desde allí nos encaramaremos de nuevo a su glaciar. Son apenas las 9 de la mañana pero el sol ya calienta con fuerza. Dejamos las mochilas en el hotel Sarai Silk Route y nos dirijimos al glaciar. 

















Desembocadura del glaciar


Este desemboca sus gélidas aguas en el Hunza, a escasos metros y ésta es la vía de acceso. Al principio la pendiente es suave, pero luego empieza a encaramarse por las inestables laderas de la montaña que limita el glaciar por el norte. La senda no se aprecia en la distancia, por estrecha e irregular. Se va descubriendo conforme se avanza. En algunos tramos, apenas hay espacio para un pie y da la impresión que en cuanto lo levantes, va a precipitarse al vacío. 


La vegetación es escasa pero resistente: rosales silvestres , lavanda, tomillo, y en el punto mas alto, ya en el mirador, profusión de juníperos de intenso aroma. En el clima tan sumamente seco de todo Hunza, que aquí se acentúa, los resecos orificios nasales agradecen los vapores del junípero. Nos sentamos a contemplar el glaciar que desciende y se disuelve a nuestros pies en meandros entre depósitos arenosos. Ya ruge y su fragor parece desproporcionado a su volumen. La vista no se cansa, no puede hacerlo.

Intentamos comer algo en un restaurante encaramado en un saliente, pero sus dueños se han ido a las celebraciones del festival. El chico que allí se aloja temporalmente no sabe cuando regresaran. Así se toman la vida aquí. Después de todo, ¿qué tiene de malo?
Esperaremos a que se atenúe el calor para encaminarnos al nuevo Passu, la población que se está aun construyendo ante el continuo mordisco que el río ha propinado en la vieja. Allí se está celebrando un partido de cricket, dentro de una competición que tendrá su final dentro de una semana. Los espectadores son escasos y de nuevo somos bienvenidos. Regresamos pasando por el viejo Passu. Sher nos brindará un maravilloso guiso de pollo con espaguettis. 

paisaje mineral

Petroglifos junto al glaciar de Passu

Grietas vivas en el glaciar de Passu
El atardecer en Passu enciende las cimas nevadas y los Conos de Passu. "Montañas de Fuego" me parece un nombre mas adecuado. El río discurre en sombra. Aguas abajo un puente colgante lo atraviesa pero ha empezado a soplar un viento fuerte y no nos parece el mejor momento para salvarlo.
No puedo apartar los ojos de la luz que se va, de las montañas que absorben ávidamente sus últimos rayos. Mañana iniciamos el camino del Khunjerab. Nos acompañaran durante un trecho. Vamos al encuentro del nacimiento del rio y hasta el paso a China. 




1 comentario:

  1. quiero conocer este lugar, pueden hacer el favor de ofrecer alguna orientacion, con la intencion de planificar el viaje?
    josefranazcu@yahoo.com

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